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martes, 9 de septiembre de 2008

CAMARADAS DEL EPA



Año 6/ Edición Especial para estudiar y reflexionar

El Pleno reflexivo del EPA


Un mes de julio de 2002 nacimos a la luz pública producto del breve golpe de Estado que en abril del mismo año intentó traumatizar y frustrar las aspiraciones de nuestro pueblo derrocando al gobierno del presidente Hugo Chávez Frías. La experiencia nos había enseñado que mientras exista el imperialismo dominando al mundo, imponiéndole la forma de vida a los pueblos, el capitalismo siendo el modo de producción predominante en el planeta o mientras no triunfe, de manera definitiva, la revolución proletaria o socialista en todo el orbe, es imprescindible que mientras más se ame la paz con justicia y libertad haya mayor necesidad de prepararse para la guerra, porque, no pocas veces, resultan largos los períodos de tiempo que ni son de paz ni son de guerra, pero sí son de explotación y de opresión de muchos pueblos por pocos Estados y monopolios imperialistas.
No nacimos para hacerle violencia absolutamente a nadie; no nacimos para imponerle criterios absolutamente a nadie; no nacimos para decirle absolutamente a nadie cuál es el camino que debe seguir; no nacimos para sustituir absolutamente a nadie; no nacimos para andar desahuciando a nadie por desaciertos cometidos; no nacimos para trazar política sobre rumores, chismes y especulaciones personales; no nacimos para desplazar el análisis de clase por la simpatía sobre las anécdotas inconexas; no nacimos para andar camuflando las contradicciones y escondiendo nuestros errores; no nacimos para aterrorizar absolutamente a nadie; no nacimos para convertirnos en vanguardia absolutamente de nadie; no nacimos para ponernos a realizar las labores que sólo corresponden a la clase proletaria o a las masas revolucionarias; no nacimos para denigrar, injuriar, humillar ni burlarnos absolutamente de nadie; no nacimos para convertirnos en fiscales y jueces juzgando y condenando absolutamente a nadie; no nacimos para ganarnos prebendas lisonjeando o diosificando absolutamente a nadie; no nacimos para pretender ser un faro de luz inextinguible absolutamente de nadie; no nacimos para entronizarnos en ninguna política que nos transforme en lobo absolutamente de nadie. No, nacimos -simplemente- para ponernos a disposición de la voluntad de un pueblo que merece la redención social; para prepararnos, educarnos, formarnos, crearnos conciencia que la mejor causa de todos los sueños es la emancipación del género humano. Por eso hemos abrazado el marxismo como ideología y por eso, decidimos solidarizarnos con el proceso bolivariano que lidera el presidente Hugo Chávez Frías que ha dicho, incluso en varias oportunidades, no ser marxista.
No somos violentos, no somos terroristas, no somos místicos ni eclécticos, no somos voceros ni de la muerte ni de la tristeza, no somos abanderados ni del egoísmo ni del desprecio, no somos cínicos ni sofistas de métodos artificiales, no somos miembros de ningún club de sociólogos ni de ninguna red de pragmáticos, no le rendimos culto al diletantismo ni al oportunismo, no andamos detrás del silogismo para buscarle sucedáneo a la dialéctica, no medimos con el mismo rasero las formas de gobierno del capital pero no nos agrada ninguna, no nos gustan los misioneros con bayonetas, creemos en la política que tiene carácter de clase, tenemos optimismo en la desintegración del capitalismo y en el triunfo del socialismo, creemos en los poderes creadores del pueblo, creemos que una revolución es –en dos palabras- solidaridad revolucionaria.
Bajo esos criterios o conceptos realizamos un pleno reflexivo durante los días 25 y 26 de julio del presente año (2008). Lo hicimos en un ranchito al pie de una montaña donde el frío intenso no perdona a un cuerpo desabrigado, y las noches no conocen los favores de la electricidad y siguen aferradas a las velas o el fuego de leña que deben las manos del hombre protegerlas de los vientos que intentan apagarlos. Necesitábamos de la mayor tranquilidad en espacio para que fuese provechosa la reflexión en el tiempo. Julio es primavera de lluvia. En el pleno contamos con la representación de una organización hermana que con otras palabras tiene el mismo pensamiento que nosotros.
No somos especialistas ni doctos en ninguna materia del conocimiento; no somos expertos en análisis científicos ni catedráticos de ninguna tendencia del pensamiento social. Queríamos e hicimos los esfuerzos para que nuestro periódico “Redención” estuviese publicado para el pleno, pero lamentablemente la falta de recursos económicos sigue siendo como un duende de tradición que camina junto a nuestras necesidades.
Todos los asistentes, uno por uno incluyendo a una campesina que colaboró para el cocimiento de la alimentación, dieron su versión sobre la situación internacional, sobre las realidades del país, sobre el proceso bolivariano, y sobre las nuestras propias. No hubo ninguna contradicción o disidencia importante –entre nosotros internamente ni en relación con la visión delegación de la organización hermana- que pudiéramos destacar y reconocerla públicamente. Incluso, hasta lo podemos decir, tampoco existen en relación con los conceptos que hemos leído de otras organizaciones revolucionarias que no invitamos por la simple razón de que no estamos en capacidad de garantizarles ciertas comodidades de estadía para su participación. Y eso último es tan cierto que algunos camaradas de la organización tampoco pudieron asistir por carencia de recursos para adquirir pasajes y algunos elementos –especialmente de abrigo- para soportar los rigores climáticos, geográficos y geológicos de la zona seleccionada para la realización del pleno.
Se decidió la elaboración de algunos documentos –sobre los diversos aspectos analizados- no sólo para estudio y conocimiento de todos los militantes y todas las militantes de la organización que no son muchos, sino también para hacerlos llegar a otras organizaciones políticas –fundamentalmente del campo marxista- buscando que contribuyan a la elevación de nuestros conocimientos o de nuestra formación de conciencia revolucionaria. De igual manera, se consideró indispensable hacerlos llegar al gobierno que preside el presidente Chávez, aun cuando nada –absolutamente nada- de nuestras opiniones sea tomado en consideración. Y si tuviésemos en condición de imprimirlos para distribuirlos lo más ampliamente posible de forma pública, lo haríamos y nada –absolutamente nada- temeríamos que hasta los enemigos del socialismo, los adversarios de la revolución (los peores y los menos radicales) los leyeran sin preocuparnos a que nos juzguen como lo creyesen conveniente.
En este mundo actual amenazado por una conflagración que no será, de manera definitiva, entre naciones imperialistas particulares, sino entre continentes, donde la vida política de todas las regiones del mundo, está turbada por el inminente peligro de una serie sucesiva de guerras imperialistas por un nuevo reparto y dominio del planeta, donde todos los órdenes de la vida económico-social de nuestros pueblos serán privatizados de triunfar completa la globalización capitalista salvaje, no existe un arma más poderosa y efectiva de combatirlo que la verdad revolucionaria. Y donde, además, para derrotar al imperialismo es necesario o imprescindible hacer valer el sagrado deber, si queremos la salvación del género humano, de globalizar la acción y el pensamiento revolucionarios, de abrazar los pueblos la teoría de la revolución permanente.
Y si algo no debemos dejar de anunciar es que, como resultado reflexivo, se decidió nombrar un nuevo Consejo Consultivo integrado por cinco jóvenes (sin importar el sexo) y otro Consejo Consultivo Ampliado donde formarán parte cinco camaradas más, seleccionados por organismos de las regiones donde realmente existimos. Esos dos Consejos Consultivos tendrán la responsabilidad y el deber de responder a la militancia por la política de la organización bajo los preceptos establecidos en base al pensamiento político que profesamos sobre las realidades objetivas y no sobre deducciones subjetivas o idealizadas de los hechos.
También se decidió que la consigna central de la organización continúe siendo la que hasta ahora nos ha caracterizado: ¡Sin justicia social, la paz seguirá siendo una utopía!

El marxismo vs globalización capitalista y América Latina
La grande arma teórica, científica y revolucionaria con que cuentan el proletariado, en lo particular, y el pueblo, en lo general, para sus luchas clasista y su revolución socialista, es el marxismo. Buscar una doctrina que compita con las ideologías de la globalización capitalista salvaje, execrando al marxismo, es tan igual que ponerse a encontrar una aguja perdida en el desierto en tiempo de tormenta que imposibilita toda probabilidad de visión humana. No estamos descartando ninguna tendencia del pensamiento social antiimperialista, lo cual valoramos y tomamos en consideración, pero ninguna alcanza la dimensión histórica y exacta del marxismo para avizorar futuro basándose no sólo en los aportes del pasado en el presente, sino, también, en las previsiones de acontecimientos que determinan la marcha de la historia.
El materialismo dialéctico, por ejemplo, nada tiene de ficción ni de misticismo. Es, al decir de Trotsky, una ciencia del pensamiento, en tanto que intenta llegar a la comprensión de los problemas más complicados y profundos, superando las limitaciones de los asuntos de la vida diaria. Nadie debería desconocer que Carlos Marx es quien descubrió los fundamentos para la clasificación científica de las sociedades humanas en el desarrollo de sus fuerzas productivas, y de la estructura de sus relaciones de propiedad, que constituyen la anatomía de la sociedad. Para un marxista, una política correcta es aquella que concentre hondo y ampliamente la economía; es decir, manifieste las corrientes progresivas de su desenvolvimiento y desarrollo. De allí que una política es realmente revolucionaria en la medida que fundamente sus análisis en las formas de propiedad de los medios de producción y de las relaciones de clase en la sociedad.
El marxismo y la globalización capitalista
El marxismo no sólo desmenuzó y puso al descubierto todas las contradicciones esenciales del capitalismo, sino que también avizoró sus fases progresivas, su carácter revolucionario frente al feudalismo y su perversión reaccionaria contra el futuro, la inevitabilidad de sus cambios, su derrumbe y la alborada de una nueva formación económico-social: el socialismo como fase inferior del comunismo.


La globalización capitalista salvaje ha colocado en juego y en inminente peligro el destino del mundo entero. Para plagar de más miseria y dolor a la inmensa mayoría de la población y concentrar la riqueza y el privilegio en la menor minoría de supermonopolios y familias, requiere de hacer las guerras más sofisticadas que produzcan los mayores exterminios sociales y ambientales. Esto no se trata de la consecuencia de la voluntad de un mandatario o de un acuerdo entre dos o tres potentados de la política imperialista. El origen de esas guerras se encuentra en las contradicciones antagónicas del mundo capitalista imperialista, en el carácter de la propiedad privada de los medios de producción junto con el Estado burgués que se fundamenta en ella. Y la única manera de acabar con esas guerras está en las luchas definitivas de los pueblos por su emancipación de toda explotación y opresión sociales, donde el proletariado es el más llamado a jugar el rol del protagonismo revolucionario.
Vivimos un mundo en que las fuerzas primordiales de la sociedad se encuentran en poder de los supermonopolios imperialistas y el Estado nacional no es más que un instrumento dócil de ellos; la pugna por los mercados, por las fuentes de materia prima, por la dominación y reparto del planeta, indican conflagraciones cada vez más destructivas. En esas condiciones, existiendo la técnica y la capacidad de la clase obrera, es posible despojar del poder de Estado y de la economía a esos supermonopolios y gobiernos imperialistas para poder construir un mundo nuevo posible de desarrollo material y espiritual al servicio de toda la humanidad.
La nueva “era de paz y el fin de las ideologías” que nos promete la globalización capitalista imperialista salvaje ha comenzado a materializarse en la fase histórica más terrible de su dominación, en las guerras imperialistas contra el mundo. Afganistán e Irak son, tal vez, la prueba menos dolorosa ante lo que nos avizora en su alocada carrera de perversión y atrocidad contra la humanidad por lograr la completa dominación de todo el planeta y lo que pueda de la galaxia de nuestro sol.
Ya se acabaron los tiempos de concesiones y acuerdos para evitar los desenlaces convulsivos de las crisis del capitalismo imperialista. El reparto del planeta por las poquísimas grandes potencias de la globalización capitalista es un hecho inevitable, pero al mismo tiempo lo es las luchas decisivas de los pueblos por su emancipación social. No existe otra salida. El neutralismo es política del reformismo oportunista que deja gobernar para que lo dejen vivir de sus tropelías en nombre de la democracia y la justicia.
El peor enemigo, para los pueblos que anhelan emanciparse de la globalización capitalista, es el imperialismo estadounidense. Hace más de 65 años Trotsky, basándose en el análisis marxista de la situación internacional y de las contradicciones del mundo capitalista, vaticinó lo que hoy estamos padeciendo como grandes tragedias sociales. Dijo, en esa oportunidad, que “El capitalismo USA tiene los mismos problemas que empujaron a Alemania a la guerra en 1914. ¿Qué el mundo está ya repartido? Hay que proceder a un nuevo reparto. Para Alemania se trataba de “organizar a Europa”. Los Estados Unidos tienen que “organizar” el mundo. La historia enfrenta a la Humanidad con la erupción volcánica del capitalismo americano” Preguntemos a cualquier persona que haga uso de su sentido común de manera normal: ¿Acaso no es eso lo que está tratando de hacer y lograr el imperialismo estadounidense en el comienzo del siglo XXI?
Ya no es necesario demostrar que el gobierno estadounidense arrastrará a Estados Unidos a la guerra imperialista por organizar el mundo bajo su exclusiva dominación. Sólo con la lucha de clase de los obreros sin fronteras, atrayéndose a los sectores populares nacionales para su causa, y una denuncia implacable contra el pacifismo pequeñoburgués, se puede derrotar al imperio para hacer realidad el nuevo mundo posible, ese que nos ofrece el socialismo como la alternativa inmediata para acabar con las crisis, la miseria, el dolor y la perversión que son propios del régimen capitalista. En otros términos, sólo la revolución proletaria puede crear las condiciones propicias para conducir el mundo hacia su completa emancipación social de toda explotación y opresión sociales.
En definitiva, contra la globalización capitalista imperialista salvaje, ha llegado la hora en que no debemos defender ninguna patria burguesa, sino los intereses de los trabajadores y los oprimidos de nuestro país y del mundo entero. Lo demás es sólo cuento de camino que no hace camino en la lucha política por ninguna revolución social. No olvidemos nunca que en la política imperialista por el reparto del mundo y su dominación, la defensa de las grandes patrias implica la destrucción de muchas patrias pequeñas o medianas para dejar pueblos en el ostracismo sometidos a niveles insoportables de miseria y dolor en exclusivo provecho de las primeras.
La globalización capitalista y América Latina
El imperialismo, por su propia naturaleza, dice Trotsky, huye de la división del poder. Para el imperialismo estadounidense dejarse las manos libres sobre América Latina requiere no sólo ajustar cuentas con la Unión Europea, Japón, China, Rusia, sino también permitirle a éstas algunas concesiones monopólicas que no sobrepasen las ventajas monopólicas de Estados Unidos, lo cual le garantiza a éste –igualmente- una inversión de grandes capitales en el resto del mundo. Por ello, una tercera guerra mundial no será entre Estados nacionales ni por imperialismos de siglo pasado, sino de continentes enteros.
El crecimiento militar sofisticado en Estados Unidos planteó hace décadas la solución violenta a las contradicciones no sólo del mundo entero en lo general, sino también, en lo particular, para el destino de la América Latina. Esta ha sido una gran vena abierta para el desangramiento de su economía, de sus probabilidades de desarrollo bajo el dominio, esencialmente, del imperialismo estadounidense. Esa ha sido nuestra historia del siglo XX y comienzo del XXI, donde además se han destacado gloriosas luchas revolucionarias contra esa salvaje dominación capitalista. Pocas triunfantes y muchas derrotadas significan que a nuestros pueblos no les gusta la presencia de misioneros con bayonetas. La lucha por la emancipación está planteada con una suma de probabilidades para la victoria definitiva contra el imperio capitalista.
De tanta explotación y miseria padecidas, de tanta opresión y muerte vividas, de tanta falta de vida y alegría ausentes, de tanto desprecio y egoísmo establecidos, de tanta ternura y solidaridad faltantes, los pueblos de América Latina han entrado, en este comienzo de siglo XXI -luego del triunfo electoral de Hugo Chávez Frías en Venezuela- a un nuevo despertar de conciencia que ha permitido la llegada a gobiernos de líderes que se mueven entre el centro y la izquierda arrebatándole espacio a la derecha política. Es un paso importante hacia una política que debe ir radicalizándose en la medida en que más participen los pueblos en la toma de decisiones de sus gobiernos.



Hace más de 65 años Trotsky nos avizoró lo que está planteado actualmente con una exactitud asombrosa. Dijo, en esa oportunidad, que “América del Sur y Central sólo podrán salir de su retraso y sometimiento si unen todos sus Estados en una federación poderosa…” Y agregó: “…Pero no será la retrasada burguesía sudamericana, esa sucursal del imperialismo extranjero, la llamada a resolver esta tarea, sino el joven proletariado de Sudamérica quien dirigirá a las masas oprimidas…” Igual nos elaboró la consigna en la lucha contra la violencia y las intrigas del imperialismo mundial y contra la sangrienta tarea de las cliques compradoras nativas “Estados Unidos Soviéticos de América Central y del Sur” Nadie se alarme por el término soviético actualmente, porque Trotsky se refería, en aquel momento, al carácter socialista de la unidad y del objetivo, que ahora cobra –podría ser otro término adaptado a nuestras realidades y necesidades- una vigencia inobjetable.
La solidaridad entre los pueblos, en general, y entre los obreros, en lo particular, es decisiva para romper todos los lazos de dominación imperialista y enrumbarnos por el sendero de la revolución que nos liberará de toda explotación y opresión sociales. Estamos en el tiempo en que el carácter permanente de la revolución es la consigna central de todas las luchas revolucionarias, pero ello no significa que los países atrasados, los proletarios, los revolucionarios deban esperar la señal de avance de los más avanzados. Nuestros pueblos, nuestros obreros, nuestros revolucionarios deben emprender el desarrollo de la lucha revolucionaria en todas las naciones, subdesarrolladas y desarrolladas, en que aparezcan condiciones favorables para tomar el poder e iniciar la transición del capitalismo al socialismo. Es imprescindible aprovechar las circunstancias nuevas que son realidad en la América Latina para tratar de avanzar en la lucha por la integración de nuestros pueblos, nuestros obreros y nuestros revolucionarios como paso fundamental en el combate contra la globalización capitalista imperialista salvaje y por el socialismo Nunca olvidemos que toda desilusión que se apodere de la conciencia de nuestro pueblo es una gran pérdida para el avance de la lucha revolucionaria, aunque luego se enriquezca con las lecciones de las derrotas. Es la hora de más inventar para menos errar.
¡Avancemos en la integración de los pueblos de América Latina apoyando la iniciativa de los gobiernos que la propongan!
¡Avancemos en la unidad de los revolucionarios por el socialismo!
¡Hagamos un principio revolucionario inviolable de que si el imperialismo invade cualquier país de América Latina, respondamos como si fuese contra todas las naciones latinoamericanas!
Estados Unidos y el Terrorismo
Muy pocos ideólogos o estudiosos de la guerra han emitido conceptos, juicios o razonamientos profundos sobre la verdadera esencia del terrorismo como expresión de la lucha de clases. Muchos se han limitado a aplicarlo o condenarlo sin legarnos ningún patrimonio de conocimientos que nos permita el esclarecimiento de esa forma de lucha política y, además, determinar con acierto los instrumentos que generen una solución a los fundamentos que le sirven para expresarse en la práctica y en la teoría.
El Estado estadounidense tiene su visión pragmática sobre el terrorismo. Se guía por una ley que determina que todo movimiento o agrupación política que atente contra las personas o intereses de Estados Unidos o de sus epígonos, en cualquier parte del mundo, es terrorismo. Sin embargo, las acciones bélicas de Estados Unidos o de sus epígonos, en cualquier parte del mundo -aun cuando produzcan horrendos crímenes de inocentes- no tienen, para el Estado gringo, rasgos o visos de terrorismo. Es la propia ley del embudo: lo ancho para el victimario y lo angosto para las víctimas.


El terrorismo, como cualquier expresión de guerra o de insurrección, es una manifestación de la política por la violencia. Esta ha sido, desde tiempo inmemorial, causa de estudio para muchos historiadores, sociólogos, politólogos y otras especialidades de la ciencia social. Marx la llamó la partera de la sociedad, porque en determinado proceso de la evolución histórica, el salto la justifica. Así triunfó el capitalismo sobre el feudalismo y su acontecimiento más importante se conoce como la Revolución Francesa de 1789. Si la burguesía y la pequeña burguesía se hubieran abrazado al puro pacifismo y la filantropía, todavía permaneciera la humanidad bajo el régimen de los señores feudales con sus títulos de zar, rey y otros que caracterizan a los hombres-dioses que han predominado en el mundo. Esto no es idea para alimentar el espíritu de la violencia, sino la verdad como fuente creadora de la historia.
El terrorismo es un tema que se mantiene en el tapete de la opinión mundial. Presidentes, ministros, congresistas, políticos, juristas, intelectuales, profesionales, historiadores, artistas, eclesiásticos, militares, “independientes” y hasta gente del pueblo (aun con su pesada carga de ignorancia), opinan sobre terrorismo sin que se motiven a escudriñar la esencia que lo hace real, como tampoco ventilan ante la luz pública lo que significa o representa como forma de lucha política para la sociedad.
Los ideólogos que condenan toda forma de lucha política contra el malvado poder del capitalismo salvaje, lo que hacen es legar consignas tratando de que ningún pueblo se arme de teoría revolucionaria. Así han lanzado su síntesis sobre el terrorismo: es un crimen contra la sociedad, un acto de salvajismo o crueldad, una acción de locos, un método de desadaptados sociales y, por consiguiente, hay que luchar para destruir al terrorismo. Así se construyen verdades a medias. Las esencias que originan la violencia quedan sólo para la conciencia de quienes mantienen el predominio en la vida económicosocial fomentando miseria y opresión.
¿Qué es o significa el terrorismo?
Es cierto que cuando se carece de una fuerza importante para acciones de clase inmediatas, los revolucionarios se impacientan y se sienten inclinados a recurrir a métodos artificiales de la lucha política. Este es el caso del terrorismo. El Estado capitalista también lo aplica cuando se impacienta o siente en peligro su estabilidad.
Tal vez el más profundo estudioso del terrorismo, en la historia de la humanidad, haya sido León Trotsky. Este nos dice: “El terrorismo exige una tal concentración de energía en un instante capital, una tal sobreestimación de la importancia del heroísmo individual, en fin, una conspiración tan hermética... que excluye por completo la agitación y el trabajo de organización en el seno de las masas”. Esto tiene validez tanto para la derecha, el centro y la izquierda.
Nos dice Trotsky, que lo propio del terrorismo es destruir la organización que por medio de los laboratorios intenta suplir la insuficiencia de su fuerza política. En ciertas condiciones históricas, el terrorismo puede desorientar al poder. Pero en tales casos, ¿quién saca partido de la situación? Jamás la organización terrorista, ni las masas, detrás de las cuales ocurre el luto.
Lo que más comúnmente se conoce como terrorismo son los secuestros y atentados violentos y destructivos contra instituciones y personas. Trotsky, al analizar ese fenómeno, nos educa con los siguientes conocimientos: “El atentado, aún el que tiene éxito ¿acarrea la desorientación en los círculos dirigentes? Eso depende de las circunstancias políticas concretas. En todo caso, se trataría de una perturbación de corto tiempo. El Estado capitalista no reposa sobre ministros y no puede ser destruido destruyendo a sus ministros. Encontrará enseguida otros servidores, el mecanismo continúa intacto y sigue funcionando. Pero la perturbación que los atentados terroristas acarrean a la clase obrera es de una gravedad mucho más profunda. Si basta armarse de un revólver para alcanzar los objetivos, ¿para qué sirven, entonces, los esfuerzos de la lucha de clases? Si basta un poco de pólvora y de plomo para atravesar la cabeza del enemigo, para qué sirve la organización clasista. Si los grandes dignatarios pueden ser intimidados por el ruido de una explosión, para qué sirve el partido, para qué las reuniones, para qué las elecciones, si se puede tan fácilmente tomar por blanco, desde las tribunas del parlamento, el sillón de los ministros. El terrorismo individual es precisamente inadmisible a nuestros ojos, porque rebaja las masas ante sí mismas, las reconcilia con su impotencia y orienta sus perspectivas y sus esperanzas hacia el gran vengador, el liberador que vendrá un día y cumplirá su obra”.
Pero también es inadmisible, a los ojos del mundo humano, el terrorismo de Estado capitalista. Ese que se aplica bombardeando indiscriminadamente, matando niños y personas inocentes, para tratar de producir la caída o derrumbe de algún gobernante que no es bien visto por el poder de los imperialistas. También es inadmisible, a nuestros ojos, ese terrorismo que ejecutan organismos de seguridad de Estado para secuestrar y desaparecer hombres y mujeres que luchan contra el régimen de despotismo social que impone el capitalismo imperialista. Desde hace mucho tiempo los estados más avanzados del capitalismo y sus súbditos en naciones subdesarrolladas y dependientes, vienen aplicando el terrorismo de Estado bajo figuras o leyes de impunidad y violando el derecho a la autodeterminación de otros pueblos.
El fenómeno del terrorismo es igualmente vinculado a la ética de la sociedad. Nos olvidamos con frecuencia que la clase predominante impone, al resto de la sociedad, sus fines y costumbres. Es allí donde nos venden e instituyen la idea que la moral oficial (burguesa) es rigurosamente el establecimiento de las mejores conductas para el sostenimiento del régimen de explotación y opresión del capitalismo y, por consiguiente, son inmorales los métodos que contradicen sus fines.
La lucha de clases es o debe ser siempre por el poder, porque de lo contrario no valdría la pena ningún sacrificio ni esfuerzo político ni ideológico ni organizativo. La burguesía está en su derecho y en su deber de defender su régimen y sus privilegios. Para ello no se detiene en ninguna norma moral. Si el proletariado es quien tiene el poder, igualmente está es su derecho y en su deber defenderlo y no sujetarse, ni por estoicismo ni humanismo, a las estrictas normas morales que impone por necesidad colectiva a la sociedad. En ese sentido, ni la burguesía ni el proletariado, pueden renunciar por principio al terrorismo con respecto a la utilización de medidas de intimidación y represión contra sus adversarios que pretenden arrancarle el poder, porque lo contrario mejor sería renunciar para siempre a la dominación política. Pero óigase bien: no debe ser nunca igual o semejante un terrorismo de presión de un Estado proletario contra enemigos que conspiran abierta y violentamente para derrocar la revolución a uno que ejecuta el Estado imperialista, el cual no tiene reparo en producir destrucciones y genocidios sin consideración de ninguna naturaleza.
¿Qué es realmente terrorismo?:
¿Bombardeos indiscriminados en tierra ajena matando y destruyendo por objetivo de colonialismo o la defensa de un pueblo por su derecho a la autodeterminación?
¿La intervención armada de los imperialistas en otras naciones imponiendo democracias sumisas al gran capital o el sacrificio de un pueblo por la conquista de su soberanía y dignidad?
¿La ayuda de los imperialistas en armas, hombres y dinero a movimientos contrarrevolucionarios para derrocar a gobiernos que sirven con lealtad a sus pueblos o la solidaridad entre pueblos para defenderse del expansionismo y el colonialismo de la globalización y el neoliberalismo?
¿La crucifixión de Jesucristo, luego de cargar la pesada cruz, por la emancipación de los pobres o el llamado del padre Camilo Torres Restrepo a que los cristianos cumplan con el deber de hacer la revolución para su redención social?
¿Los evangélicos predicando que el esclavo es semejante a su amo y que serán iguales en el tribunal celeste o Jesucristo diciendo que primero entra un kamello –mecate grueso- por el ojo de una aguja que un rico al reino de los cielos?
¿Obligar, bajo amenazas, a una nación a pagar la impagable deuda externa o predicar la integración de los países endeudados para realizar una negociación de pago que no genere más miseria para sus pueblos?
¿Las leyes que amparan con impunidad a los especuladores y usureros o una muchedumbre que protesta ser la víctima de un Estado que le pisotea sus derechos?
¿Cómo combatir con éxito al terrorismo?
Lenin decía: “Para conocer una cosa hace falta también conocer sus relaciones con otras cosas”. Eso nos indica que el terrorismo no es un fenómeno aislado del resto de fenómenos de la sociedad ni de la lucha de clases. Si no se acaban las excesivas desigualdades e injusticias sociales, si no se respeta el derecho a la autodeterminación de los pueblos, si no se le pone fin a la política expansionista y de saqueo que ejecuta la globalización y el neoliberalismo capitalistas contra el mundo, no podrá hablarse seriamente sobre la desaparición del terrorismo o de la violencia social.
Vivimos un mundo donde la lucha entre las clases y las naciones se encuentra exacerbada. Es allí donde la mentira se hace turbulenta, tensa y explosiva disponiendo de poderosos medios de la comunicación. La voracidad de los imperios, ciertamente y muy lamentable, genera impaciencia y desesperación en ciertas capas de la población. ¡He allí un alimento permanente para la utilización de métodos artificiales en la lucha política!
En verdad ninguna revolución ha triunfado atraída por el método del terrorismo como ningún imperio hace vida eterna amparándose en su terrorismo de Estado. Lo que no es justo es condenar el terrorismo de uno y aplaudir el de otro. Deteniéndose en el exclusivo círculo de la moral, ningún pueblo hace su revolución. Así lo enseñó la burguesía para hacer la suya en contra del feudalismo.
Todos los movimientos revolucionarios del mundo, menos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional de Chiapas, se encuentran en la lista del Estado estadounidense como terroristas. Las organizaciones paramilitares que hacen contrarrevolución, en varias partes del mundo, son o han sido subsidiadas por el Estado gringo. Allí no hay moral que valga para detenerse en la ética política. Cierto que, sólo en un determinado momento muy crítico, se ve obligado a catalogar como terrorista a un grupo que le ha defendido sus intereses económicos mediante genocidios, masacres, amenazas, chantajes, tal como lo hizo con la organización paramilitar conocida como Autodefensas Unidas de Colombia, pero dejó muy claro que no tenía ninguna queja o acusación sobre atentados a personas y bienes estadounidenses de parte de las AUC en Colombia. ¿Cómo, si precisamente servían de gendarmes para cuidárselos o protegérselos contra los intereses del pueblo colombiano? Esto es lo más importante para el Gobierno de Estados Unidos y nada importa que miles de colombianos sean víctimas de la guerra sucia. La economía, para los imperios, es el ciclo donde la riqueza deje la mayor parte para los pocos y la menor para los muchos que deben conformarse con la miseria.
Sólo un mundo hecho todo de justicia, de libertad y de dignidad podrá sentar, por siempre, los fundamentos para que desaparezcan todas las expresiones violentas de la lucha de clases. En Estados Unidos, todo terrorista opositor capturado asegura su pena de muerte y eso es justicia para los imperialistas. Si en Cuba o en cualquier otra parte del mundo se hace lo mismo, para el Gobierno estadounidense, es violación al derecho a la vida. ¡He allí la doble moral con que el poderoso rey imperialista juzga a las demás naciones o gobiernos del mundo!
Existe la necesidad, actualmente, de preguntarse: ¿es posible combatir exitosamente, por medios legales y pacíficos, una invasión imperialista que utiliza todos los medios posibles del terrorismo de Estado para masacrar y someter a la esclavitud a otros pueblos? Cada quien que se de su propia respuesta. Nosotros, simplemente, creemos que no, pero no somos un movimiento terrorista. Es todo.

¿En Estados Unidos sería posible un gobierno fascista o nazista?


Con mucha frecuencia, casi a diario, analistas políticos de izquierda, anarquistas e, incluso, marxistas, acusan al gobierno de turno en Estados Unidos de fascista o nazista. ¿Tienen o no razón para tal caracterización? Diríamos de entrada que el terrorismo de Estado, el elevado espíritu de criminalidad que materializa el imperialismo estadounidense por la Tierra, son rasgos de fascismo; esa ansia desmedida y diabólica de dominar y someter el mundo a sus pies es, sin duda, un vestigio de nazismo. Eso también ha caracterizado a todos los imperios existentes en diferentes tiempos o épocas. Hemos colocado los términos fascista y nazista para, con permiso de la lingüística ya que tienen algunos rasgos de diferencia que no tomaremos en consideración, ilustrar el contenido de la respuesta a la interrogante que hace el papel de título del artículo, pero sépase que el nazismo tiene como lema la salvación (heil), sanación (heilung) y terapia (exterminar una gran parte de la humanidad para salvar a la raza pura de cualquier género de sufrimiento o de esclavitud, mientras que el fascismo tiene como lema torturar y matar a muchos para aterrizar a la mayoría prometiéndole un buen fin a la clase burguesa. Por eso la Alemania de Hitler fue mucho más cruel, sangrienta y agresiva que la Italia de Mussolini.
No es descabellado, no es anticientífico, el empleo de algunos términos semejantes o sinónimos para identificar un estado de cosas específicas, como por ejemplo: fascismo y nazismo para mencionar un régimen completamente igual en todas sus características. Hasta cierto nivel de la escala histórica eso no resulta una posibilidad de gravedad, pero pasada esa frontera se puede convertir en un laberinto de desaciertos y de engaños no para la historia sino para las masas. Heráclito dijo, mucho antes que Marx aportara la concepción materialista de la historia y pusiera a la dialéctica a caminar con la cabeza hacia arriba, que nadie se bañaba dos veces en las mismas aguas, porque todo cambia, todo fluye. De la misma manera, y especialmente para un Estado imperialista, nunca podría decir de esta agua no beberé, refiriéndonos al fascismo o al nazismo.
En política, fundamentalmente en este tiempo que se ha denominado como de globalización capitalista salvaje, no es difícil pensar en que llegará, más temprano que tarde, un período de extrema desesperación de las masas o sectores medios de la sociedad y eso, arrastrará también al abismo a los obreros. Y esa desesperación se dará cuando todas las vías o fórmulas de salvación de los estamentos pequeño-burgueses se encuentren cerradas bajo los candados del capital financiero. Es allí donde está la fuente del fascismo. La globalización capitalista tiene en sus haberes el de arruinar ala mayor cantidad posible de los sectores medios, incrementar al máximo la miseria para la mayoría del planeta, aumentar a porcentaje inimaginable el desempleo dejando a la intemperie ala mayoría del proletariado, y enriquecer lo máximo posible al menor número de capitalistas financieros. Eso evidencia que la venidera guerra no sólo será mundial pero no entre naciones sino entre continentes y saldrá –inevitablemente- a flote nuevamente el régimen nazista de gobierno en el desespero traumático de los imperialistas al tener `por seguro la caída de su régimen de producción.
Todo el mundo está bajo las garras del imperialismo capitalista. El fascismo es un arma del capital financiero; de ese capital ambicioso, hambriento y agresivo, expansionista y tiene su contenido económico y social. No hay manera de combatir al fascismo sin antes combatir al imperialismo. Esto es el punto de arrancada. El imperialismo, de otra parte, tolera la democracia como un mal necesario hasta cierta escala histórica. No más. Si cambian las aguas, el imperio echa a mano fórmulas –no importa el nivel de crueldades- para que el cauce a su favor no se desvíe.
El fascismo se puede decir es un sistema ideológico y político profundamente antidemocrático, antiliberal, antisocialista y fundamentalmente militarista, que se sustenta en el nacionalismo extremo, es jerárquico-autoritario de extrema derecha. El nazismo no se detiene allí, sino que reivindica el orgullo nacional y culpan de sus desgracias a todos los que profesen un sentimiento de afecto a la emancipación de la humanidad entera y, especialmente, su odio es repugnante contra la clase obrera. Tenemos pues, que el fascismo es el resultado de graves crisis sociales del capitalismo en que se ve sumamente afectada la reproducción del capital, la acumulación “natural” del capital y, por lo tanto, se manifiesta la necesidad de una fuerza y una violencia capaces de crear condiciones en provecho de los grandes monopolios del capital financiero. El fascismo es la manifestación de poder político del capital financiero como una destilación químicamente pura de la descomposición cultural del modo de producción burgués. Trotsky dice con gran acierto, que: “La fuerza del capital financiero no reside en su capacidad de establecer cualquier clase de gobierno en cualquier momento de acuerdo a sus deseos; no posee esta facultad. Su fuerza reside en que todo gobierno no proletario se ve obligado a servir al capital financiero; o mejor dicho, en que el capital financiero cuenta con la posibilidad de sustituir, a cada sistema de gobierno que decae, por otro que se adecue mejor a las cambiantes condiciones. Sin embargo, el paso de un sistema a otro implica una crisis política que, con el concurso de la actividad del proletariado revolucionario, se puede transformar en un peligro social para la burguesía…”
El fascismo es una forma de Estado burgués que se expresa como una dictadura autocrática abierta, fuerte, violenta, cuya misión no es sólo garantizar el enriquecimiento y el privilegio extremos al capital financiero, sino también garantizarle las condiciones de un orden de ‘paz’ y de esclavitud de la clase trabajadora sin que ésta cuente con mecanismos de autodefensa. Es un régimen político agresivo y represivo del capital financiero para dominar todos los órdenes de la economía capitalista y de la vida social. Es una expresión política de salvajismo y barbarie del capital imperialista buscando salida económica a sus crisis de reproducción de capital monopolista, satisfacer su ansia de dominio y ensanchamiento de mercado, su necesidad agobiante de materias primas y de fuentes energéticas, y la imperiosa exigencia de un orden de desarme completo de la clase obrera, sectores sociales y organizaciones políticas que pongan en peligro la estabilidad de los supremos intereses económicos del capitalismo imperialista. El fascismo, como lo decía Trotsky, es la personificación de todas las fuerzas destructivas del capitalismo, es decir, la expresión más acabada de la voluntad imperialista de poder.
El fascismo, téngase como una creencia de fe, no es posible que llegue a ser una forma de gobierno político en una nación subdesarrollada, donde lo máximo sería de orden bonapartista como fueron los de Pinochet y Fujimori por citar dos casos. Es propio de países capitalistas desarrollados, imperialistas, y no todos los países imperialistas han recurrido al fascismo como régimen integral. Han sido Italia (fascismo), Alemania (nazismo) y España (falangismo con el apoyo de Italia y Alemania) los tres países que han tenido ese rostro completo, aunque en Francia, Inglaterra y el propio Estados Unidos hayan habido o sigan existiendo algunos rasgos de fascismo, porque lo que han hecho los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra con los presos en Guantánamo, el sistema de tortura a que los han sometido es, donde quiera que se pare, elemento de fascismo. Sin embargo, tratándose de Estados Unidos, sería extremadamente difícil que se establezca un gobierno fascista o nazista o falangista, porque sería la última jugada política del imperialismo capitalista más poderoso, bárbaro, cruel e ignominioso que haya conocido el género humano; sería su último paso para caer abatido por una convulsión social mundial; sería derogar todos los logros obtenidos por la clase obrera en el campo de la economía capitalista y lanzados a la miseria crítica alborotaría su sentimiento combativo y de solidaridad que lleva en su entraña para producir su revolución; sería fomentarla integración de los pueblos en lucha por su redención definitiva; sería dar saltos seguros hacia el abismo para quedar soterrado por siempre en las antigüedades de la historia. Una nación acostumbrada, ya como una larga y beneficiosa tradición, de vivir y disfrutar de comodidades arrancadas a otras naciones, correría un riesgo de muerte el atreverse a recurrir al régimen fascista o nazista para garantizar su subsistencia. Todos los imperios se derrumban y, especialmente, cuando se agota el desarrollo de sus fuerzas productivas o entran en contradicción antagónica con las relaciones de producción y, ahora, además con las fronteras nacionales. Pero, por otro lado, el pueblo estadounidense posee instituciones fuertes, tradiciones prolongadas en tiempo, valores educativos, culturales y hasta éticos que dificultan la instalación de un sistema fascista de gobierno. Ahora, nadie puede adivinar lo que no sea capaz de asumir el imperialismo –como forma de gobierno- si las condiciones históricas y, especialmente, cuando se produzca el avance de la revolución proletaria en todo el mundo ponen en eminente peligro su sistema de democracia burguesa.
En 2002 Fidel fue el único gobernante en el mundo, luego de los sucesos del 11 de septiembre de 2001 que causaron muertes y dolor en la sociedad estadounidense, que habló no sólo con argumentos profundos sobre el terrorismo y el sistema político fascista, sino también que no creía que en Estados Unidos pudiera instalarse un régimen fascista, pero alertó al mundo sobre la melosa exaltación al chovinismo de Bush y las guerras que iba a desencadenar tomando como pretexto la lucha antiterrorista. El presidente estadounidense había dicho que no iba a dejar la seguridad de América y la paz del planeta a merced de un puñado de terroristas y tiranos locos. Allí fue cuando inventó su locura de la lucha del eje del bien (encabezado por Estados Unidos) contra el eje del mal (donde se encuentran casi todas las naciones que claman justicia y libertad y muerte del imperialismo) sosteniendo que Dios estaba de su lado porque no era neutral. ¡He allí la arrogancia de quien cree que es amo y gendarme -al mismo tiempo- del mundo! Fidel también alertó el mundo de las tendencias fascistas o nazistas que se estaban haciendo presentes y desarrollando sus fuerzas en algunas regiones de Europa, pero nunca dijo que el gobierno de Estados Unidos era fascista propiamente dicho.
Sin embargo, un estudioso de la historia y de la política, cubano, director de la biblioteca nacional José Martí, Eliades Acosta Matos, sostuvo en un evento o un documento que el gobierno de Bush era tan fascista como el de Hitler y explicó sus puntos de vista para llegar a tal afirmación. Nadie debe dudar que la mentalidad de Bush sea fascista o nazista, pero ni el fascismo ni el nazismo es un régimen de un hombre sino un sistema político que en Estados Unidos, en verdad, no existe como tal. Creemos, además, que Fidel, aun cuando compartiera argumentos, no estaría de acuerdo con la conclusión de Eliades. Fidel, en cambio, dijo que ese día del 20 de septiembre de 2001, con las palabras del presidente de Estados Unidos, había tenido lugar el Dieciocho Brumario de W. Bush, es decir, el bonapartismo como régimen político en Estados Unidos basado, suponemos que se sustentó para decirlo, en el poderío de la burocracia militar, policial y estatal del gobierno del señor Bush, en el desprecio a las normativas de la ONU, en su terrorismo de Estado, en las mismas opiniones adversas de congresistas estadounidenses y a la oposición de una buena parte del puesto de Estados Unidos que no fueron tomadas en consideración por el mandatario estadounidense para declarar su guerra imperialista. Y, en verdad, la conclusión del camarada Eliades no es cierta, no es correcta, porque –hay que repetirlo- el fascismo necesita de negar internamente, en la nación donde exista un gobierno de esa naturaleza, todas y cada una de las formas de organización que adversen el régimen, critiquen al régimen, no respetaría ninguno de los derechos humanos de las clases y sectores considerados inferiores a la clase oligárquica y financiera. En Estados Unidos sería terrible un régimen fascista o nazista y con una sola interrogante bastaría para lo que tendría que enfrentarse: ¿qué haría con esos millones de negros, de latinoamericanos y con –ojo con esto- los grandes y poderosos magnates de la economía que son judíos e influyen demasiado en el sistema económico-social estadounidense? Pensamos, sólo lo pensamos, que la comparación o conclusión del camarada Eliades Acosta, respetándole sus argumentos, se parece –en sentido contrario- a la de David Ronfeldt, publicada en Los Angeles Times el 25 de mayo de 2003, donde expresó que los partidarios de Chávez estamos inspirados en el fascismo. Por suerte: Dios no es neutral ni la generalidad de los pueblos tampoco. El Diablo no puede serlo, porque está dentro del espíritu de Bush.

¿Qué nos duele?

Nos duele habernos dejado rasgar la piel
de tanta esclavitud en nombre de la libertad
y no habernos liberado con tiempo de sus perversiones.
Nos duele tanto sacrificio y lucha de nuestros próceres por la independencia
para que unos pocos después hipotecaran de nuevo la patria.
Nos duele la risa que se burla de nuestro dolor.
Nos duele el talento que se extingue en la miseria.
Nos duele la tristeza del que escribe para armarnos de conciencia
y no encuentra lectores para su enseñanza.
Nos duele lo que le duele a los que se resignan a los dolores.
Nos duele los niños y las niñas que naciendo se quedan sin futuro
porque más miedo le tienen a la vida que a la muerte en el presente.
Nos duele que le depreden los árboles a las cabeceras de los ríos.
Nos duele el llanto de una madre
que el hambre le mata el porvenir en su vientre.
Nos duele que tengamos que matarnos
unos contra otros por el agua y la sombra.
Nos duele que cuando habiendo condiciones
para dar la orden de ataque se disponga el repliegue de sus fuerzas.
Nos duele que la frontera del conocimiento
sea la pobreza en que vive el hombre que no lo tiene.
Nos duele cuando se muere un cantor
y luego vuelven sus canciones un negocio de la usura.
Nos duele que a un poeta se le obligue a escribir en lo que no le inspira su sentimiento.
Nos duele el campo que le deprime
el verano creado por el hombre que lo depreda.
Nos duele la nostalgia de una flor solitaria sin sol.
Nos duele la noche cuando a la luna le hacen una herida por telescopio.
Nos duele la mirada del niño que el adulto le alarga su tristeza.
Nos duele que un obrero invoque la resignación de sus camaradas
al capitalismo.
Nos duele que un maestro deje de creerse alumno por pensar que todo lo sabe.
Nos duele tanto los dolores que sólo conquistando las libertades que nos faltan se curarán nuestros dolores.



Un día lluvioso en que Dios miraba, a través de los ojos de Jesucristo desde una nube, el mundo que había hecho a su imagen y semejanza, reflexionó profundamente y se convenció que en este tiempo de globalización capitalista salvaje él está viviendo de puro milagro. Pensó antes en los ángeles y luego en el hombre. Mucho le dolió que éste se haya hecho lobo y no amigo del hombre. Se lamentó que todo lo que hizo para que se viviera en paz, libertad, justicia, dignidad, solidaridad, ternura, y alegría, amando cada uno al prójimo como así mismo, se hubiese convertido en una idea hueca en la conciencia de unos pocos que se hicieron dueños de todos los bienes por él creados. Sus sentimientos heridos lloraron en los ojos de Jesucristo. Observó el universo casi completo y se convenció que cada dolor que sentía por cada injusticia que el mundo estaba viviendo por culpa de unos pocos que lo mal gobiernan y lo hacen andar patas arriba, es una libertad que le falta conquistar a la mayoría de la humanidad para hacerlo andar con justicia patas abajo. Convencido que sus milagros ya no tienen la potestad de recomponer el mundo a su imagen y semejanza, dictó un Testamento para que Jesucristo resucite de nuevo en la Tierra y sólo vuelva al Cielo cuando haciéndolo realidad ya nadie siga creyendo que su voluntad sea una utopía irrealizable: “Creo en los poderes creadores del pueblo; creo en la vida y la alegría en tremenda lucha contra la tristeza y la muerte; creo en la ternura y la solidaridad en tremendo combate contra el desprecio y el egoísmo; y creo en que ya no se debe andar tanto reinterpretando el mundo, sino en decidirse a transformarlo”.




¡¡¡Sin justicia social, la paz será siempre una utopía!!!


¿Por qué votaremos por el camarada Di Martino?:
porque es un hombre bueno, un político serio que hace de las inquietudes de su pueblo sus propias inquietudes y se esfuerza por buscarle solución, excelente demócrata, profundamente solidario.
El camarada Di Martino es de esos hombres que ven con el corazón dejando sólo a los ojos el percibir las cosas o necesidades para luego profundizar en la reflexión y hacer todos los sacrificios por encontrar la mejor solución a las dificultades sociales tratando que no sólo contenga la calidad, sino también la reducción al mínimo de los sacrificios. Eso está comprobado. Incluso, no necesitamos de ejemplos, porque la gente más humilde del estado Zulia ha sido atendida por las manos amigas de Di Martino sin exigirle ninguna prebenda para su peculio personal. Esto no es una elegía ni tampoco una oda y, mucho menos, una lisonja. Es la pura verdad.
¿Se dan cuenta por qué votaremos por el camarada Di Martino? ¿Acaso existe otro candidato que reúna esas cualidades que merezca, en este difícil pero hermoso momento de la historia venezolana, ser el próximo gobernador del estado Zulia?

¡Di Martino: gobernador del pueblo para el pueblo!

¡Vota seguro por Di Martino y en el Zulia todos y todas ganarán!

EPA

lunes, 14 de julio de 2008

Edición aniversaria




El EPA a la Opinión Pública

Independiente de algunos elementos que puedan ser objeto de crítica y que corresponde, fundamentalmente, al PSUV estudiarlos y corregirlos de ser ciertos, nosotros felicitamos el proceso en sí mismo, porque la militancia ha disfrutado de una oportunidad real de participar para determinar el candidato o candidata de su preferencia tanto para la gobernación de cada estado como para las alcaldías de los mismos. Ningún proceso político en la vida puede ser perfecto. Nosotros, como organización política EPA, emitimos opinión en torno a algunos precandidatos o más concretamente en relación con los camaradas: Julio Chávez, para la gobernación de Lara; Giancarlo Di Martino para la gobernación del Zulia; y Marcos Díaz para la gobernación de Mérida, por razones que ya explicamos sin desmeritar absolutamente a nadie y sin creernos dueño de verdades absolutas. Sabemos, ahora, que el camarada Julio Chávez perdi ó en la consulta con el camarada Henry Falcón, y éste se ganó el derecho de ser el candidato del PSUV a la gobernación de Lara. El camarada Di Martino ganó la consulta y debe ser el candidato a la gobernación del Zulia. El camarada Marcos Díaz venció y será candidato a la gobernación de Mérida.
Nosotros habíamos dicho que, en fin, es el pueblo quien tiene la potestad de decisión, aunque la dirigencia revolucionaria del proceso bolivariano, está en el deber de orientar, educar, concienciar y organizar, no sólo a la militancia del país político, sino, fundamentalmente, a las masas del país nacional para asegurarse su futuro con justicia y libertad y, además, reduciendo a la mínima expresión el campo de sus opositores sin que se tenga que utilizar métodos consecutivos de coerción política. Y que nos guía el espíritu de: votar por los candidatos del proceso bolivariano que resulten seleccionados por las masas del pueblo que apoyan al gobierno que preside el camarada Hugo Chávez.

De tal manera, teniendo ya clara la decisión de la mayoría de la militancia del PSUV y sin que nadie entienda que de por medio existan compromisos de alabanzas o idealizar a ningún candidato o ninguna candidata del proceso bolivariano a ninguna gobernación o a ninguna alcaldía, trabajaremos, de palabra y de hecho en base a nuestras probabilidades reales de existencia, por su triunfo en el venidero proceso electoral del 23 de noviembre del presente año. Sólo nos reservamos el derecho de tomar una decisión final, en aquella región o municipio en que siendo candidato o candidata un militante o una militante del PCV o del PPT o de comprobada posición revolucionaria con real posibilidad de obtener la victoria, de solidarizarnos con su aspiración, partiendo de que la mayoría del pueblo de esa región o de ese municipio así lo ha determinado en ausencia de una consulta electoral con la participación de todas las fuerzas y organizaciones políticas, gremiales o de otra naturaleza que apoyan al proceso bolivariano, que sería el método ideal para la selección final de candidaturas.


Repetimos lo que hemos dicho sobre el proceso electoral que decidirá cuáles serán los gobernadores o gobernadoras, alcaldes o alcaldesas para el próximo período de mandato de gobernaciones y alcaldías del país: Hay que entender que en el proceso electoral de este año se juega, en mucho, el destino del proceso bolivariano. Y eso obliga, no sólo a seleccionar los candidatos o candidatas que mayor oportunidad tengan de vencer a los candidatos o candidatas de la oposición, sino a quintuplicar esfuerzos, a asumir la política del proceso bolivariano en cada ciudad, en cada calle, en cada campo, en cada fábrica, en cada aula, en cada campo deportivo, en cada salón de fiesta, en cada caserío por muy insignificante que sea en número de votantes, para que el proceso bolivariano sea el vencedor absoluto. Lo que más importa no es la individualidad del gobernante, sino el proyecto que recoja las aspiraciones y sueños colectivos de un pueblo que merece la mayor suma de felicidad posible, como lo decía nuestro Libertador Simón Bolívar. Esa es la esencia del ideal que nos inspira para aportar nuestro pequeño granito de arena en la continuidad exitosa del proceso bolivariano que desde final de la década de los noventa del siglo XX, decidió asumirlo la mayoría de nuestro pueblo y hacer cumplir su derecho al voto para elegir su destino ejerciendo la democracia política que lo garantiza. Participaremos en el venidero proceso electoral haciendo valer nuestro derecho a la libertad de pensamiento y de crítica sin dejar de practicar la autocrítica, los derechos de expresión y de juicio, pero sin recurrir nunca a ejercitar la injuria, la difamación, la burla ni la humillación absolutamente contra nadie, por muy adversario que sea de nuestro ideal. Seremos profundamente respetuosos del derecho que tienen todas las personas a expresar sus inclinaciones electorales, a defender libremente sus ideas y sus candidatos o candidatas, y a participar por hacerlos triunfar sin romper ni quebrar los hilos de la constitucionalidad que actualmente sirve de guía al espíritu democrático de Venezuela. Eso es lo que ansía la aplastante mayoría de nuestro pueblo.

¿Qué proponemos a los candidatos o candidatas a gobernadores?
-La realización de asambleas públicas (sin distingo de raza, sexo, edad o posición política o ideológica, salvo aquellas que sean de comprobada participación en conspiración activa contra el proceso bolivariano), para estudiar, analizar, meditar, contemplar y, luego, reflexionar sobre las distintas realidades de su región, para que de allí se parta en la elaboración del programa económico-social que se proponga materializarlo desde la gobernación en dialéctica correspondencia con el programa nacional del gobierno que preside el camarada Hugo Chávez.
-No adquirir compromisos de otorgación de contratos con grupos económicos por colaboraciones para la campaña electoral, ya que todo contrato que implique elevadas sumas de inversión en cualquier rublo o campo de la economía, debe estar sujeto al interés del plan económico establecido por el gobierno nacional para un plazo determinado de tiempo.

-No ofrecer lo que no puede estar en la capacidad o posibilidad de un gobernador cumplir. Ninguna entidad regional puede estar por encima de la entidad como nación, y ningún interés regional debe estar por encima del interés nacional del proceso bolivariano para el pueblo venezolano.

-No llegar a acuerdos secretos con ninguna institución, sea de carácter político, económico o ideológico que tenga una posición de enfrentamiento con el proyecto bolivariano del gobierno nacional. Todos los compromisos que se adquieran deben ser factibles de hacerlos realidad, y deben expresarse o darse a conocer de manera pública como el testimonio de fe para ser cumplidos.

¡Está comenzando la hora en que hay que dar al pueblo lo que es del pueblo y también lo que es del César! ¡El proceso bolivariano necesita gobernantes dispuestos a servirle con lealtad y honestidad para profundizarlo!





Qué Es – En Verdad - El Socialismo?

Luego de que el Presidente Chávez anunciara su socialismo del siglo XXI, no ha habido clase social, partido político, gremio sindical, institución religiosa, raza o sexo, en que no se haya discutido o interrogado sobre el tema planteado. Las masas –eso que llamamos pueblo y especialmente proletariado-, por múltiples factores hasta ahora, no se ilustran en teoría ni en la ciencia de la noche a la mañana. No tiene poder económico para crear su cultura y su arte propios, por eso cuando llega al poder tiene que asimilar lo mejor del legado de conocimientos del capitalismo para iniciar la carrera de la universalización de la cultura y el arte. Sin embargo, en especiales y críticos momentos de la historia de la lucha de clases, asimila como nadie lo mejor del legado ideológico que le sirve para la conquista
de sus grandes propósitos revolucionarios y, de otra parte, somete a crítica demoledora y rechaza todo ideal revolucionario pero que lleva en el alma y el corazón las tendencias que benefician exclusivamente a los postulados del capitalismo.

En la actualidad son millones y millones de personas interesadas en saber qué es realmente el socialismo. Los acérrimos enemigos de este régimen económico-social dan su eterna versión falsa y maligna: un sistema que niega los derechos humanos, las libertades públicas y privadas; que se rige por el autoritarismo y permite que los comunistas se alimenten comiéndose a los niños en vivo o en trozos de churrasco vuelta y vuelta; que clausura las iglesias, asesina a los curas y persigue con saña a los creyentes en Dios para esclavizarlos hasta el instante en que se convenzan que odiar el reino del cielo es la única visa segura de su libertad; que la propiedad social significa la ruina, hambre y dolor mientras que la propiedad privada es la única generadora de la felicidad del ser humano; que le quita la mujer al prójimo y la prostituye para que produzca impuesto al valor agregado comerciando su sexo; que todo impedido físico es llevado vivo a la autopsia para sacarle los órganos que sirvan para ser traficados en el negocio de la medicina ilegal; que los festejos se hacen en forma de orgía para que los dirigentes se harten de placer sexual entre los aplausos y vítores de los cornudos voluntarios y conscientes. En fin, un régimen sólo de atrocidades de una minoría contra la mayoría de la humanidad. Miden el socialismo por una realidad cruda y perversa que es propia del capitalismo salvaje.

De otra parte, también marxistas, marxista-leninistas, leninistas, trotskistas-leninistas, trotskistas, estalinistas-leninistas, estalinistas, maosetunistas, guevaristas, fidelistas, bolivarianistas, zamoristas, grancistas, anarquistas, reformistas, revisionistas, oportunistas, y todo cuanto termine en istas, se han incorporado a la búsqueda de la definición correcta de socialismo para entender el significado del socialismo del siglo XXI propuesto por el Presidente Chávez. Esto es ya en sí mismo un paso importante en procura de armarse de teoría revolucionaria.
Sencillamente permítaseme decir esta cosita: hace ya casi 159 años que fue publicado el Manifiesto Comunista, donde Marx y Engels nos ilustran de muchas definiciones de socialismo pero, al mismo tiempo, el por qué no lo denominaron “Manifiesto Socialista” y, además, señalan la misión sagrada de los comunistas, de los proletarios –pudiéramos decir de los pueblos que ansían su emancipación social- contra el capitalismo para hacer posible la fase socialista de la sociedad comunista. Socialismo científico y verdaderamente revolucionario es una categoría histórica que tiene el mismo valor para todos los pueblos y todos los territorios del planeta Tierra en todos los tiempos. La gran diferencia estriba en que no se puede construir de la misma manera en unas partes que en otras, por lo cual no sólo hace falta la revolución socialista internacional, sino también la aplicación de la ley del desarrollo combinado superando a la ley del desarrollo desigual.
Socialismo es, de manera sencilla, la socialización de todos los medios de producción, de la organización de la sociedad, del control y la administración, de la distribución, de todos los servicios públicos, de la riqueza producida, de la solidaridad, del amor; en fin, de la cultura y el arte.
Podemos decir con suficiente claridad y sin temor a equivocación alguna que el socialismo posee, por lo menos, unas cinco, seis o siete características que lo hacen idéntico en cualquier parte del mundo donde se produzca. Lo que nunca debemos confundir es la transición del capitalismo al socialismo con el socialismo propiamente dicho, es decir, como la fase inferior de la sociedad comunista.
Socialismo es el triunfo definitivo de la propiedad social de los medios de producción sobre la propiedad privada de los mismos. Eso es lo que constituye el fundamento del régimen de la economía socialista. En otros términos, el socialismo globaliza la gran propiedad sobre los medios de producción que deja de ser privada capitalista y transforma la pequeña propiedad sobre los sostenes socialistas. La propiedad social sobre los medios de producción garantiza a la sociedad los intereses y beneficios económicos esenciales para una digna existencia humana.
El socialismo, con la eliminación de toda propiedad privada sobre los medios de producción, hace desaparecer las clases sociales y, por consiguiente, la explotación y la opresión del hombre por el hombre. El motor de la historia ha sido y será hasta el triunfo definitivo del socialismo la lucha de clases.

Al desaparecer éstas ya no existe ninguna necesidad de violencia social, de contradicciones antagónicas entre las personas, de egoísmo y desprecio ni necesidad de explotar a otros desde el punto de vista de clase ni de Estado.
En el socialismo, al no existir propiedad privada ni clases sociales, se extingue el Estado como expresión de aquellas; ya no se requiere como instrumento de poder político ni como de represión para garantizar intereses económicos de clases o particulares. A la segunda fase de la

sociedad comunista sólo llegan algunos vestigios del derecho burgués que con el desarrollo de las fuerzas productivas, de las ciencias, de la técnica y de la educación, es decir, con la cultura y el arte armónicamente universales, se extinguen para siempre y el Estado, como total esqueleto, pasará al museo de las antigüedades desde donde nunca más recobrará vida social. Dejará de existir toda expresión de opresión Social.

En el socialismo, producto de la economía planificada y de la educación integral de los seres humanos esencialmente, desaparecen las contradicciones irreconciliables entre el campo y la ciudad como entre trabajo manual y trabajo intelectual. Contradicciones que en el capitalismo alcanzan un nivel de antagonismo tal que no hacen más que evidenciar la anarquía y la desigualdad social en perjuicio de la ley del desarrollo combinado. Esta, en el socialismo, supera con creces a la ley del desarrollo desigual.
En el socialismo avanzado y apto para pasar a la segunda fase de la sociedad comunista, producto de los niveles de igualdad y solidaridad que logra y de satisfacción de las necesidades y de la humanización del trabajo, desaparecen el dinero, el egoísmo, el desprecio, la usura, toda expresión de esclavitud material y espiritual. El socialismo prepara las bases para que en la segunda fase –llamada por Marx comunista- reine la libertad sobre la necesidad y cada quien trabaje según su capacidad y tome bienes según sus necesidades.
El socialismo es, como fin en sí mismo, el logro de la administración de la sociedad por todos sus ciudadanos organizados y educados, por lo cual ya no se requieren instrumentos que se tomen la atribución de dirigir haciendo uso de elementos burocráticos. Es, en fin de cuentas, el período histórico en que se abrazan los trabajadores con las ciencias y la técnica y aplastan con su abrazo fuerte todos los obstáculos sociales que se interpongan en el desarrollo de la humanidad.
El socialismo es un régimen de la solidaridad humana sin más interés supremo que el del bien común, el de amar al prójimo como a sí mismo. Se inscribe para siempre la consigna del imperio de la ternura, la alegría, la vida y la solidaridad entre todos y para todos. El mundo se hace humanidad.



La Revolución Socialista y Los Medios de Comunicación

“Nadie ignora, en efecto, que la primera ley de la historia es atreverse a no decir nada falso ni callar nada verdadero; que al escribirla no haya sospecha ni de halagos ni de antipatías” (Cicerón)

En verdad, como lo decía el Libertador Simón Bolívar, la fuerza más importante es la opinión pública. Si le agregamos la educación y el hábito –racionalmente humanos para no equivocarnos- sería el estado ideal de cultura avanzada para el reparto de los bienes, en permanente abundancia, sobre una base material que se fundamente en un elevado desarrollo del dominio económico donde el trabajo productivo ya nunca más será obra de una carga pesada ni un castigo para el hombre y la mujer. Y eso debería ser la esencia del papel orientador de los medios de comunicación o de la cibernética, es decir, contribuir en la creación de conciencia hacia la construcción de ese género de sociedad; pero lamentablemente, hasta ahora, ha sido la expresión de los antagonismos de clases con intereses económicos y visiones demundo completamente diferentes lo que ha determinado la función de los medios de comunicación fundamentalmente privados. De allí, quizá y sin ser marxista, haya dicho Napoleón que cinco periódicos hostiles son más peligrosos que cien
mil hombres en el campo de batalla. Tal vez, Waterloo, se lo confirmó.

Es cierto también que una revolución no decide ni aplica sus medidas políticas porque le salga del forro a su gobierno, sino porque las circunstancias concretas lo inducen a ellas. La Revolución Rusa o de Octubre en 1917, por ejemplo, se vio forzada a ilegalizar a todos los partidos políticos y sus medios de comunicación debido a que se complotaron con el imperialismo externo y la contrarrevolución interna para derrocarla por la violencia. Aun así, eliminó la pena de muerte,
instrumento jurídico con que el zarismo “legalizaba” el asesinato de sus opositores y premiaba a sus esbirros o verdugos con impunidad para acometer atroces delitos de lesa humanidad. Por lo menos así fue mientras Lenin estuvo al frente del gobierno de los comisarios del pueblo. Incluso, los terroristas que atentaron contra su vida y le produjeron heridas que lo llevaron a la muerte prematura, no sólo fueron perdonados sino también incorporados por la burocracia al partido de Lenin. ¡Qué barbaridad!
La Revolución Cubana, por ejemplo, hizo lo mismo con los partidos políticos y medios de comunicación burgueses, porque se colocaron de lado del imperialismo estadounidense y sus acólitos cubanos que pretendieron derrumbarla por la vía de la violencia. Entiéndase que la obligaron a tales medidas y no fue el producto de un deseo maquiavélico de Fidel o del gobierno revolucionario cubano.
Partamos, ciertamente, que el caso venezolano no se parece ni siquiera poco ni al ruso ni al cubano. Sin embargo, si le metemos el ojo clínico de la dialéctica descubriremos similitud en la hostilidad de algunos poderosos medios de comunicación hacia el gobierno, haciendo uso de telenovelas, de programas “humorísticos” o musicales que llevan detrás los misiles o petardos venenosos de la desinformación y el estímulo a la desobediencia política –por cualquier medio- para derrocar al gobierno que no es de su preferencia, aunque éste haya sido el producto de la voluntad de la mayoría de los venezolanos en ejercicio de su derecho y de su deber de votar en elección para elegir quién resulta ganador de la Presidencia de la República y el programa de gobierno que representa.
Digamos –y hasta aceptemos- que eso es un deber de los medios de comunicación burgueses o privados en base a los derechos de las libertades de expresión y de pensamiento que se corresponden con sus intereses económicos, políticos e ideológicos. Por lo tanto igualmente debería entenderse –y hasta aceptarse- que un gobierno que promueva un régimen de vida diferente al capitalismo posee no sólo sus derechos a las libertades de expresión y de pensamiento, sino también deberes de hacer valer y aplicar sus políticas que conduzcan a la creación de una nueva conciencia, una nueva cultura, una nueva manera de ver la vida, una nueva educación y hábitos que se correspondan con la programación que adelante y garantice la transformación o, mejor decir, a una nueva opinión pública como fuerza propulsora de una nueva sociedad. Y los medios de educación (entre ellos: los de la comunicación, el trabajo y la escuela) son de la mayor vitalidad e importancia para el Estado, las clases, los partidos y la misma sociedad.
Participar en un golpe de Estado o en una conspiración para derrocar a un gobierno no es, simplemente, agarrar un arma de la guerra y dispararla contra sus adversarios. Bastaría una sencilla fotografía para identificar al golpista o al conspirador si deja algún rastro descubierto o que se le capture con la mano en la masa. Ese es el hecho físico sin el cual ninguna teoría se manifestaría en la práctica social o en el campo de batalla. Esa teoría, hostil, no pocas veces la publicitan, la promueven y la divulgan hasta la saciedad los poderosos medios de la comunicación
social que funcionan, abierta y hasta legalmente,
utilizando el espectro radioeléctrico que pertenece a toda la sociedad, y que mientras ésta no esté en condición de administrarse por sí misma debe el Estado asumir la potestad sobre su destino. Que se conozca, la democracia representativa en el poder político –siendo gobierno- jamás permitió a sus opositores el “privilegio” comunicacional para gozar a plenitud de sus derechos a las libertades de expresión y de pensamiento. Baste recordar que el panfleto o folleto o periódico menos ofensivo contra el Estado o su gobierno –en lo particular- era causal de juicio por adherencia a la rebelión militar y que se consideraban un arma teórica de guerra. Ciertamente, no sólo la práctica –fusil en mano echando tiros- es la guerra o la violencia, sino también lo es –peligrosísimo por cierto- el ideal que la propaga, la justifica, la prepara, la calcula, la premedita, y grita: “¡audacia!” para materializarla.
Nadie es más experta y de más larga experiencia sangrienta y de criminalidad que la burguesía en eso de perseguir, acosar y eliminar medios de comunicación predicadores de verdades y de conciencia contra el salvajismo del capitalismo. Si han creado un Internet donde, es verdad, se pueden contactar y hacer uso fácilmente de conocimientos de múltiples naturaleza en provecho del desarrollo intelectual y material del ser humano, no es menos cierto que al mismo tiempo han creado y promovido toda índole de juegos y de pornografías para, fundamentalmente, incentivar a la juventud a perder su tiempo y distraerse justo en lo que más aliena la conciencia humana, más la pervierte en la prostitución y más la resigna a ser cómplice de las atrocidades del capitalismo salvaje y bárbaro. Si el proletariado gozara de recursos económicos, de cierto nivel generalizado de cultura y de tiempo para navegar en Internet, posiblemente de ésta ya hubiesen eliminado todo el legado doctrinario –por lo menos marxista- que facilita y conduce a la formación de conciencia revolucionaria.
La burguesía, por ejemplo, no ordenó el asesinato del camarada Juan Pablo Marat por la simple razón de su consagración total a la lucha por los intereses y los derechos del pueblo francés. No, lo hizo ¿saben por qué?, porque editaba un periódico (El amigo del pueblo) que era profundamente hostil a los intereses y la política de la burguesía y poseía enorme influencia sobre el movimiento revolucionario y democrático francés.
En Estados Unidos, por ejemplo, la ley patriota es una mordaza, una auténtica negación al derecho a la libertad de expresión para evitar que el pueblo estadounidense tenga acceso a conocer las atrocidades que acomete su gobierno, por la vía de la guerra imperialista y en nombre de la democracia y la libertad, en otras latitudes diferentes a la idiosincrasia estadounidense. Sería injusto perder el tiempo, por ejemplo de los comunistas que tienen el deber de denunciar las tropelías de la ley patriota, andar rogando o solicitándole a los medios de comunicación burgueses que ejecuten una férrea oposición comunicacional a la política de mordaza y censura aplicada por el gobierno de Estados Unidos para que su pueblo no descubra sus atrocidades en Irak, Afganistán y donde quiera que ponga su bota insolente el mercenarismo gringo imponiendo silencio y resignación por democracia, opresión y esclavitud por libertad, y terror y saqueo por solidaridad. Eso sería como llover sobre mojado. Sin embargo, para la burguesía, todo medio de comunicación que se oponga al capitalismo y sus perversiones, que critique sus métodos de salvajismo y violencia terrorista, que promueva el verdadero espíritu de la democracia y la libertad, resulta digno de la mordaza, de la prohibición y del silencio, de no merecer espacio para su divulgación; es decir, no debe circular por ser un arma política o ideológica de destrucción de los derechos de la burguesía a explotar y oprimir a naciones y pueblos enteros. La salsa que es buena para los espaguetis, no es buena para los macarrones según la burguesía. Ley del embudo: lo ancho y sabroso para la burguesía, y lo angosto y desagradable para que el pueblo se distribuya la miseria y el dolor.
Nosotros, hemos dicho que no tenemos ni buscamos asirnos de potestad para juzgar o condenar a nadie, pero creemos tenemos el deber del derecho a la opinión, a expresar ideas para la meditación, el estudio y la contemplación que nos conduzcan a la reflexión, ya que ésta es una rica metodología del conocimiento, de la formación y obtención de conciencia humana. Por eso creemos en el postulado marxista de que la ideología predominante de toda sociedad es la ideología de la clase dominante. Esto quiere decir, por lo menos para nosotros, que un gobierno que promueva la práctica y la teoría por el socialismo conjuga el derecho y el deber de hacer valer y primar la ideología del proletariado por encima del resto de las ideologías que hagan vida en la sociedad o su nación. Eso no es negar el derecho a la libertad de expresión o de pensamiento a sus opositores, sino que una nueva sociedad no se puede construir promocionando la ideología de la clase del régimen que se pretende superar y transformar en otro completamente nuevo. Eso sería lo mismo que formar a los niños en una escuela donde no tienen ninguna necesidad material, pero se les imparte una ideología que tenga por filosofía y por moral el desprecio y el egoísmo de unos contra otros. El socialismo, entiéndalo bien la burguesía y nosotros también, es un objetivo revolucionario que no puede hacerse realidad sin teoría revolucionaria. ¿O es qué realmente la burguesía no lo sabe? ¿Acaso ella no lo aplicó así para poder superar los obstáculos que interpuso en su camino o lucha el decadente régimen feudal y triunfara el capitalismo? ¿Será que el socialismo resultará construido por la burguesía cuando el proletariado, de tanta miseria sufrida en la tierra, vaya al cielo y regrese sólo su alma portando las Sagradas Escrituras como sus únicas armas de combate?
Nosotros creemos que las minorías tienen derechos que deben ser respetados por la mayoría y por el Estado, pero igualmente poseen deberes que se traducen en el respeto a los derechos de la mayoría, esencialmente, porque ésta, en primera instancia, es la que tiene la potestad de dictar el norte del destino que materializa el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Lenin decía que si la burguesía no incitaba a la guerra, no ejercía violencia contra la Revolución Rusa, nada ni nadie podía negarle o entorpecerle –incluso- su derecho a realizar vida política legal, tener su partido, expresarse libremente y participar con sus propios candidatos en elecciones para consultarle a la sociedad sobre cómo decidir o qué políticas aplicar o rechazar sobre su devenir. Pero igual sostenía que si la burguesía, sus partidos políticos o sus medios de comunicación, por ejemplo, promovían la violencia para derrocar a la revolución, ésta estaba en el sagrado deber de combatirla e ilegalizarla no sólo por efecto de fe en la construcción de un provisor y digno futuro para toda la sociedad, sino también con la fuerza y la razón que le otorgan el derecho de la mayoría que se decidió por la revolución.
Un medio de comunicación capitalista, amén de la búsqueda de riqueza para sus propietarios por la vía de la publicidad, parte de un principio filosófico o sociológico sin el cual no existiría: orientar a las masas o pueblo en torno a específicos intereses de la clase dominante (económicos, políticos e ideológicos) que permitan el mayor respeto y acatamiento posibles a su régimen por toda la sociedad. Una revolución socialista tiene los mismos deberes y derechos o principio pero orientando a la sociedad hacia la conquista del imperio de la propiedad social sobre los medios de producción y educar al pueblo o, mejor dicho, a la sociedad para que aprenda a administrarse por sí misma siendo ella la propietaria de los medios con que trabaja, de la producción y de la distribución de todo lo producido. Esa es la lucha entablada entre quienes tratan de perdurar en el poder (la burguesía) para vivir de la explotación y opresión del hombre por el hombre y los que quieren (el proletariado especialmente) emancipar la sociedad de toda explotación material y espiritual.
Es justo que una revolución incentive a la opinión pública para que se haga más aguda, más audaz y más inteligente, para que con su poder haga valer su derecho a participar y decidir en su destino. Pero una revolución que permita que la necedad se apropie de la opinión pública y aliene la conciencia del pueblo con el desecho de la cultura burguesa, estaría fomentando su propia sepultura en corto tiempo. Por ejemplo y con el mayor respeto por los miles de televidentes que no se pierden un solo capítulo de la novela de su preferencia, una revolución que se proponga liberar al ser humano de la esclavitud espiritual a que lo somete el capitalismo para que reine la ignorancia y su resignación al trabajo material esclavo, no debe permitir ese género de programaciones grotescos, sin material de educación, sin incentivo a la búsqueda de superación de la vida cultural de un pueblo, tal como acontece con esa persistente visión telenovelesca donde siempre se promueve el cuerno o cacho planificado de la mujer contra un hombre –igualmente polígamo- y un resto de mujeres extras que no le importa prostituirse con tal de hacer –sin querer queriéndolo- la amante del protagonista para dar celo a la protagonista y que terminen felicites y contentos al final jurándose la lealtad trasnochada de tanto, el uno como la otra, hacer uso de la promiscuidad. Ese género de telenovela, tal como lo concibe el comercio del sexo y del ser humano como mercancías que se venden y se compran en el mercado capitalista, es una falta de misericordia de inescrupulosos empresarios con esa masa enorme (que por no participar en la vida productiva de su país fundamentalmente) se ha convencido que la telenovela, donde se premia la chabacanería, es la educación para su superación o distracción para combatir el ocio o el fatigamiento que causa la explotación de la esclavitud en la economía doméstica. Eso es una burla a las necesidades culturales de los seres humanos o con esos millones de personas que el mismo capitalismo les ha negado acceso a la educación científica y al trabajo digno, únicas fuentes posibles capaces de crear una sociedad nueva y un hombre y una mujer nuevos.
Igualmente se pudiera decir de esos programas “cómicos o humoristas” que perdiendo creatividad para hacer reír a la audiencia lo más sanamente posible, donde casi todos los sketch se
fundamentan en una grotesca parodia burlona y vejatoria del homosexualismo que padecen seres humanos que también gozan de derechos que deben ser respetados, por las minorías y la
mayoría, y tratados con el conocimiento científico y un régimen económico que permita restituirles la originalidad del sexo. De la misma manera una revolución que gobierne para toda la sociedad y la beneficie, tiene el deber de no permitir que los homosexuales –víctimas de las tropelías de libretistas de telenovelas o de programas humorísticos y sobre todo en horarios para niños y niñas- sigan siendo maltratados, descalificados y utilizados como hazme reír de los demás o seres desprovistos de sentimientos y derechos humanos dignos de respetar por la sociedad. Sépase, por lo mucho que respetamos la vida de los seres vivientes y hasta la memoria de los muertos, nos hemos hecho eco de esa idea promovida por los zapatistas en boca del subcomandante Marcos, de no excluir de la lucha por un mundo nuevo posible absolutamente a nadie por razón de sexo, de raza o de otra naturaleza salvo aquella que choque con los principios fundamentales de la causa por la justicia y la libertad verdaderas. Pero al mismo tiempo sabemos que se necesita que se promuevan soluciones a las necesidades materiales que faciliten la incorporación de todos y todas (incluyendo a los homosexuales, a los veedores de telenovelas e incluso a los mismos artistas y humoristas que actualmente se oponen a la creación de un mundo nuevo posible) al desarrollo de una vida digna, solidaria, digamos, como Dios y Marx os demandan: emancipada de toda explotación y opresión del hombre por el hombre. Y eso pasa, necesaria y obligatoriamente, por programas comunicacionales que se ajusten a la información
veraz, a expandir y hacer conocer la verdad de los hechos y rechazar el fetiche de la mentira, la desmemoria y demás elementos del antihumanismo que ha hecho reinar el capitalismo en toda la faz del mundo.
Nosotros estamos convencidos que la gran prensa del capitalismo es una producción de rumores elevados o deformados varias veces para lanzarlos al viento en provecho de sus supremos intereses –especialmente económicos-, pero éstos requieren de un piso de mucha ignorancia o alienación de la opinión pública. Poco les importa la verdad con tal que la mentira corra veloz y sea creíble inmediatamente. Solicitarle al Diablo que escriba la historia de sus crímenes y atrocidades en el Infierno es como resignar una revolución a las mentiras y oportunismos de los depredadores de la verdad. La gran prensa capitalista miente de manera persistente y lo hace sin reparos ni miramientos de ningún género. Algunas veces (lean al New York Times, el Temps y otros poderosos medios de comunicación) publican algunas verdades que no pasan de ser las más triviales, porque así creen asegurarse el derecho de engañar a la opinión pública en las cuestiones de mayor importancia con necesaria autoridad.
Como nosotros no andamos lavándonos las manos como Pilatos, no somos programadores de la filantropía que se arruina en sus utopías, no profesamos la resignación de Danton al interés de la burguesía, no nos proponemos crear un nuevo Dios al estilo Robespierre para salvar al Tercer Estado, ni mucho menos vamos a izar bandera de la neutralidad en las luchas o conflictos que se producen y se darán en el mundo actual, hacemos público nuestro gesto de solidaridad con el gobierno bolivariano que preside el camarada Hugo Chávez en la defensa del espectro radioeléctrico que no le ha sido renovado, en concesión, a un medio de televisión extremadamente hostil a la política promovida por el gobierno en provecho de la mayoría de la sociedad venezolana.
Si bien no somos coincidentes en todas y cada una de las políticas del gobierno bolivariano, nosotros defenderemos con palabras y argumentos –aun cuando podamos correr el riesgo de errar- todo cuanto nos parezca progresivo en beneficio del pueblo frente a las palabras y argumentos de los opositores en el contexto de la constitucionalidad. Y sólo, conste que sólo en última instancia, entraríamos en la vía de la violencia social si los enemigos del proceso bolivariano hagan violencia social para derrocar al gobierno que preside el camarada Hugo Chávez y que de manera mayoritaria ha sido elegido por el pueblo en un proceso electoral transparente y avalado por la opinión pública nacional e internacional.
Si alguien nos dijera que la prensa burguesa no miente y es mayormente veraz, para nosotros estaría premeditadamente –aunque él mismo sí no se lo creyese- mintiendo con descaro; si alguien nos dijera que RCTV no mentía con hostilidad extrema en perjuicio de la verdad y no estimulaba la caída estrepitosa del gobierno bolivariano, para nosotros estaría premeditadamente –aunque él mismo no se lo creyese- mintiendo con descaro; y para que nadie ni siquiera piense que somos resentidos sociales con RCTV o aduladores del gobierno, si alguien nos dijera que Venevisión ahora no miente y no festejaría –con caviar y whisky mínimo 16 años- la caída por cualquier medio del gobierno bolivariano, para nosotros estaría premeditadamente –aunque él mismo no se lo creyese- mintiendo con descaro.
Es cierto que sin ganarse a la aplastante mayoría de quienes hoy están en oposición al proceso bolivariano sería profundamente dificultoso avanzar victorioso hacia la creación de
una nueva sociedad, pero igual si no se toman medidas –algunas drásticas inclusive- que reduzcan a la mínima expresión, por lo menos, la hostilidad extrema de la oposición y sus medios de comunicación, tampoco aseguraríamos el camino para avanzar triunfante y garantizar lo que la mayoría del pueblo votante se ha dado como destino o revolución.
Nosotros asumimos aquello que dijo Proudhon (el anarquista y sin ser santo de nuestra devoción) el día 26 de abril de 1852 desde la prisión: “El movimiento, indudablemente, no es normal ni sigue una línea recta; pero la tendencia se mantiene constante. Todo lo que los gobiernos hagan, primero unos y luego otros, en provecho de la revolución, es un paso irreversible; en cambio, lo que contra ella se intenta, se evapora como una nube…” Eso es necesario entenderlo todo luchador y toda luchadora social para mirar las cosas desde arriba con buen tino y no caer de bruces contra las pequeñeces y las miserias, como lo decía Rosa Luxemburgo.
En fin, es nuestra humilde opinión sobre la revolución y los medios de comunicación –esencialmente opositores-, porque repetimos que no somos ni seremos jamás un tribunal que juzgue o condene a nadie, ya que esa potestad se la reconocemos a la historia que actualmente sería la voluntad mayoritaria del pueblo que ha abrazado la causa del proceso bolivariano, por lo cual el Presidente Hugo Chávez, en pleno ejercicio del derecho a la autodeterminación de nuestro país, debe hacer valer los sueños y sentimientos de esa mayoría que lo eligió como cabeza principal de gobierno. Y con el pueblo andaremos siempre de su lado aun en sus derrotas, pero nunca le solicitaremos ningún privilegio en particular -para nosotros- de sus victorias.



¿Cuál socialismo
Proponemos nosotros?


Frente a las perversidades, calamidades y atrocidades que comete la globalización capitalista salvaje contra la mayoría
de la humanidad, la única alternativa para salvar al mundo de su casi completa destrucción y desaparición es el socialismo. Cualquier propuesta centrista o de ésta mezclándola con la derecha o la izquierda no es más que una utopía que termina arruinando la esperanza de sus progenitores. Lo que debemos es
tener claridad y verdadera conciencia de cuál socialismo estamos hablando, escribiendo y proponiendo para la reflexión humana.
Nosotros, estudiando las diversas fases históricas vividas por el mundo social, nos convencimos que muchas cosas que antes poseyeron vigencia ya, hoy día, la perdieron por completo y luchar por ellas sería como querer volver a instaurar un pasado que nada brinda de solución al mundo actual. Así llegamos a descartar al socialismo cristiano que respeta y deja intacta la propiedad privada sobre los medios de producción; el socialismo pequeño-burgués, porque se fundamenta en la explotación de la mano de obra; el socialismo burgués porque concentra los medios y el fin en manos de unos pocos generando miseria para los muchos; el socialismo académico porque sigue viendo en la filosofía idealista el fundamento teórico de todas las ciencias y de la vida de la naturaleza y la sociedad; y el socialismo burocrático y termidoriano (estilo estalinista) que no ve más allá de las fronteras de una nación y calcina la esperanza del pueblo para favorecer la casta social que se hace del poder político.
Nosotros creemos y proponemos el socialismo verdadero; ese que sus principios fueron expuestos científicamente por Marx y Engels y que quisieron construir hombres como Lenin y Trotsky, quienes fueron grandes y excelsos constructores revolucionarios y maestros del proletariado mundial.
Con la dominación de la globalización capitalista salvaje muere toda probabilidad o pensamiento de las variedades de socialismo que se alejaron de los principios sine qua non que caracterizan al socialismo en general y real; muere el socialismo dulce, ese que carece de espíritu de transformación y de pasión por el dominio de la propiedad social sobre todos los medios de producción; muere el socialismo de funcionarios burócratas y de llenar la barriga al padre que resigna su familia a la desigualdad social de castas y categorías sociales; muere el socialismo que desecha la audacia y condena la locura revolucionaria para aplastar toda resistencia de los factores capitalistas en la transición del capitalismo al socialismo; muere el socialismo que dedica su goce a la afición por las estadísticas y termina anunciando la victoria definitiva de la revolución cuando los burócratas del Partido alcanzan un elevado nivel de buena vida acordada con los rezagos de la burguesía y la aristocracia obrera; muere el socialismo que se desvive por las reformas frenando las posibilidades de las transformaciones; muere el socialismo que negocia y vende sus derechos a la progenitura por unas dádivas de beneficio personal y familiar; muere el socialismo que es visto por la oligarquía como el apaciguador de la impaciencia del pueblo para que éste se resigne al dominio del capitalismo y se conforme con el desigual reparto de la riqueza donde la mayoría recibe la peor parte; y muere el socialismo que no es genuinamente de la clase obrera como portadora de un nuevo y superior régimen de producción al capitalismo.
Nosotros proponemos, sin darnos de descubridores de ciencia ni de nuevas fases de la historia humana, el socialismo creador y fecundo que lleva hasta sus últimas consecuencias el reinado de la propiedad social sobre todos los medios de producción; el socialismo bien organizado, bien formado y bien adoctrinado; el socialismo de cuerpo vigoroso para que no se le escape su alma igualmente vigorosa y creativa; el socialismo que no se detenga ni se conforme con mejorar las condiciones mínimas de la sociedad, sino que transforme por completo el modo de producción capitalista de raíz sin que ningún vestigio de propiedad privada quede con signo vital; el socialismo que elimina en su desarrollo las nefastas contradicciones entre el campo y la ciudad y entre el trabajo manual y el intelectual; el socialismo que lleva a la humanidad al reinado de la cultura y el arte universales; el socialismo humanístico sustentado en la solidaridad y la ternura humanas; el socialismo que iza la bandera del reino de la libertad sobre el reino de la necesidad; el socialismo donde el ser humano trabaje según su capacidad y se haga de los bienes según sus necesidades.
Sabemos que es difícil y costosa su conquista, que la historia es, una tras otra etapas sucesivas, pero el destino de la humanidad no deja duda alguna que el socialismo será la meta más inmediata que suplantará al capitalismo. Entendamos que eso no será obra de poderes sobrenaturales; que la lucha de clases y sus contradicciones antagónicas, especialmente en lo internacional, nos indica ese camino y todos los esfuerzos revolucionarios de contexto interno o nacional tendremos que encauzarlos hacia allá. La mayoría de la humanidad, como mar bravío o viento huracanado, inclinará sus fuerzas, su conciencia, sus brazos, sus esperanzas por ese cauce y vencerá como el Sol a todo aventurero que se le acerque para expropiarlo de su luz.
Decimos y proponemos que debemos redimensionar la reflexión de las luchas y los pensamientos, porque no tendremos escapatoria: neoesclavitud imperialista o socialismo emancipador del mundo. Cualquier propuesta intermedia, por ser neutral, no sólo es un egoísmo estrecho y una incomprensión de las realidades y perspectivas del mundo, sino también una hipócrita utopía y cobardía para engañar a la mayoría de la humanidad. El tiempo es nuestro. La última palabra la tienen los pueblos.



El papel de la propiedad privada en la transformación del hombre en lobo

Engels escribió un folleto sobre “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, donde analiza y nos aclara las fuentes de la riqueza, y dice que el trabajo es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y agrega: “Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre”.
Está demostrado que el hombre nace de la raza de los monos antropomorfos y que Darwin describió como cubierta de pelo, con barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas. Por las múltiples funciones que realizaba esa raza de monos prescindió de las manos para caminar sólo sosteniéndose con los pies, lo cual hizo que adoptaran una posición erecta y que Engels concibe como el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre. De más está explicar el papel de las manos en el desarrollo del hombre y, especialmente, del cerebro y el lenguaje, y que los fue perfeccionando por el trabajo. Engels dice que: “El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese…” De allí que las manos no sólo sean un órgano del trabajo, sino también producto de él. Engels, valorando el papel de las manos, nos dice: “Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini”.
Luego el camarada Engels nos explica lo siguiente: “Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro”.
Más adelante vuelve Engels a decirnos: “Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo. El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad”.
Como, con la ayuda y la claridad científica de Engels, ya llegamos a la sociedad, entonces entremos en ese mundo en que analicemos el papel de la propiedad privada en la transformación del hombre en lobo, porque para éste ya el mono no se necesita para nada. Cuando el hombre se hizo propietario de los medios de producción y comenzó a explotar trabajo ajeno, se inició el proceso de su transformación en lobo dejando de ser propiamente dicho hombre. El propietario de medios de producción y que se fue apoderando de la riqueza que pertenecía a toda la comunidad, dejó de trabajar para convertirse en explotador de la fuerza de trabajo del esclavo, lo cual hizo que sus manos se fuesen convirtiendo en un órgano semejante y con las mismas funciones de los pies. Este fue el gran paso inicial en el papel de la explotación al trabajo ajeno en la transformación del hombre en lobo.

Pero el hombre-lobo o lobo-hombre a diferencia del lobo-animal o animal-lobo, para convertirse en enemigo del hombre y amigo exclusivo del capital, requiere necesariamente establecer el dominio de una política que le permita lograr que el hombre-esclavo o esclavo-hombre sea propiamente una herramienta que hable pero que no piense y, de esa manera, también tenga éste una pequeña diferencia con la herramienta –animal- que no habla ni piensa. De allí nace es manía de carcelero –explotador y opresor- de enjaular el loro para evitar que se convierta en un propagador de las ideas de la herramienta esclavizada que hable pero que no piense mediante el método de la imitación y la repetición imprudente y tediosa.

El hombre-lobo o lobo-hombre –guiado exclusivamente por el fetiche capital- es un depredador salvaje aun más irracional que el animal que no habla ni piensa. Un ejemplo basta para ilustrar esa irracionalidad: no se conoce un estudio científico donde se culpe a las hormigas o a los mismos monos que viven sobre los árboles y comen de sus frutos de haber destruido completamente la cabecera o fuente de nacimiento de un río que lleva aguas a múltiples comunidades para calmar la sed de la población humana y animal, lavar y cocinar sus alimentos, regar sus siembras y hacerse la higiene. Sin embargo, sí se ha demostrado –por vía empírica o teórica- la acción de las manos y de la mente salvaje del hombre-lobo o lobo-hombre en la destrucción integral de la naturaleza de una determinada región que ha conducido, en poco tiempo, no sólo a secarse por completo una fuente de agua, sino muchas cabeceras de ríos con sus nefastas consecuencias humanas y ecológicas. Se dice, por ejemplo, que en Venezuela han desaparecido para siempre más de veinticinco ríos y, en Colombia amén de algunos ríos, más de diez mil quebradas. ¡Santo Dios! Lo único que sabemos, por el método de la fe en la astrología divina y creencia en poderes sobrenaturales, es que el Diablo dictó un decreto hace unos cuantos años, que para la Tierra ni una sola gota de agua venida del Infierno. Eso quiere decir: que en tiempo no muy lejano viviremos, los humanos más la fauna y la flora, un diluvio de sequía que costará ¿quién sabe? cuántas muertes, lamentaciones y sufrimientos al género humano y a la propia naturaleza. Y lo peor, esto lo saben muy bien los depredadores, el dinero ya no jugará ningún papel para reconstruir lo destruido por el hombre-lobo o lobo-hombre.
Deduzcamos una conclusión correcta si pretendemos salvarnos de las grandes hecatombes que producirá el capitalismo salvaje en la Tierra y, además, si queremos evitar que la gente buena vaya derechito al Infierno: sólo destruyendo o aniquilando al hombre-lobo o lobo-hombre –que ya es una clase social con nombre de burguesía- podremos construir un nuevo mundo habitado exclusivamente por hombres amigos verdaderos del hombre y dejemos al lobo-animal o animal-lobo sus propiedades intrínsecas del reino de la fauna. Amén.











El socialismo y el Humanismo

El mundo ha sido, en cierto sentido, la lucha permanente –mientras existan las clases sociales- entre lo humano contra lo inhumano o lo inhumano contra lo humano, o valga decir: el bien contra el mal o el mal contra el bien, sabiéndolo entender como hechos y corrientes de la historia –muchas veces- necesarias e inevitables hasta cuando triunfe para siempre el imperio de la libertad sobre la necesidad y logre el ser humano no sólo apreciar y respetar el valor de la naturaleza -como madre de la vida humana- sino también poder trabajar según su capacidad y obtener bienes según su necesidad.
Lefbvre dice “Lo humano es un hecho: el pensamiento, el conocimiento, la razón, y también ciertos sentimientos, como la amistad, el amor, el coraje, el sentimiento de la responsabilidad, el sentimiento de la dignidad humana, la veracidad, merecen sin discusión posible tal calificativo… En cuanto a la palabra “inhumano”, todos saben lo que designa: la injusticia, la opresión, la crueldad, la violencia, la miseria y el sufrimiento evitables…”
Los metafísicos creyeron que lo humano era únicamente el conocimiento y la razón; y por inhumano, tenían a todos los otros aspectos del hombre. Y como vinculaban el conocimiento y la razón de manera dependiente de un pensamiento, una razón o un conocimiento sobrehumanos, desvalorizaban por completo, haciéndolo ver como inhumano, realidades que son inevitables en lo humano, tales como: la vida, la pasión, la imaginación, el placer, según Lefbvre.
No fue fácil llegar a una verdadera concepción que nos clarificara, científicamente, lo que venía siendo humano y lo inhumano en un mundo de clases sociales, de profundas y hasta violentas contradicciones, de guerras entre naciones por el progreso o el atraso, de conflicto por el conservadurismo o superación de valores culturales y artísticos clasistas, por mantener o cambiar concepciones sobre el mundo. Hubo un tiempo en que la religión, por ejemplo, tuvo por inhumano a la ciencia que se atreviera traspasar la frontera de una hipótesis que podía hacerse teoría tan pronto el laboratorio de la práctica social la comprobase. Lo estoicos, por su parte, creyeron que la pasión o todo deseo resultaba una alienación de la pura razón “… por la razón, en efecto, el sabio estoico reina sobre sí y se desprende de todo lo que no depende de él, de todo lo que no es él mismo; pero por el deseo y la pasión, el hombre que no es un sabio se liga a “otro” distinto de sí mismo: depende de él; se aliena, es decir, se vuelve loco, delirante, desdichado, absurdo, y por lo tanto inhumano o demasiado humano” (Lefbvre).
Si entendemos que la historia humana –en general- y el hombre –en lo particular- no han podido desarrollarse más que a través de las contradicciones, por intereses que resultan en determinados casos –como la lucha de clases- antagónicas, comprenderemos que el factor hum ano no podía, al decir de Lefbvre, formarse más que a través de lo inhumano, primero confundido con él –se refiere al hombre- para diferenciarse en seguida a través de un conflicto y denominarlo mediante la resolución de ese conflicto.
Agrega Lefbvre que “Así es como la razón, la ciencia y el conocimiento humanos llegaron a ser y son todavía instrumentos de lo inhumano. Así es como la libertad no ha podido ser presentida y alcanzarse más que a través de la servidumbre. Y así es también como el enriquecimiento de la sociedad humana no pudo realizarse más que a través del empobrecimiento y la miseria de las más grandes masas humanas. Lo humano y lo inhumano se revelan en todos los dominios con la misma necesidad, como dos aspectos de la necesidad histórica, como dos facetas del crecimiento del mismo ser. Pero estos dos aspectos, estas dos facetas, no son iguales y simétricos, como el Bien y el Mal en ciertas teologías (el maniqueísmo). Lo humano es el elemento positivo, la historia es la historia del hombre, de su crecimiento, de su desarrollo. Lo inhumano no es más que el aspecto negativo: es la alienación, por otra parte inevitable, de lo humano. Es por ello que el hombre, al fin humano, puede y debe destruirla, rescatándose a sí mismo de su alienación”.
Bueno, para no seguir en la filosofía de lo humano y de lo inhumano, podemos decir que hoy día, bajo el imperio de la globalización capitalista salvaje, los que se oponen al devenir histórico, los que se aferran a la explotación y opresión del hombre por el hombre, son los inhumanos; y quienes desean construir un mundo nuevo posible que plena de libertad y justicia al hombre sin ser explotado y oprimido por el hombre, son los humano.

El socialismo es un régimen, para merecer ese nombre, la fase de un Modo de Producción (comunista) que tiene por fin social: el triunfo absoluto del humanismo y la extinción o desaparición de todo rasgo inhumano de la humanidad –en general- y del hombre -en lo particular-. Al reinar la solidaridad, el amor, la amistad y la ternura en la historia humana, ya no habrá más nunca necesidad de desprecio, individualismo ni egoísmo en la conciencia humana.
El capitalismo, en sus comienzos, propagó un humanismo que superó el antihumanismo que el atraso feudal ponía como obstáculo al desarrollo económico–social. Sin embargo, era o es un humanismo artificial, porque continuó sustentándose, como el feudalismo, en la explotación y opresión de clases y del hombre por el hombre, en la manutención de la pobreza y el dolor para los muchos. En la entraña de la burguesía no ha habido nunca ideal de emancipación social total para la humanidad. El antihumanismo capitalista o burgués aliena al hombre, porque lo separa de su propia actividad productiva y vuelve en contra de sí mismo todos los objetos o bienes producidos por él, tal como lo descubrió y lo denunció Marx.
Dice Ludovico Silva que el hombre en la sociedad de transición del capitalismo al socialismo vive bajo el imperio de una ideología que tiende a despersonalizarlo, a volverlo gregario, como si se tratase de una hormiga. Tal vez, Ludovico dijo eso porque veía rostros compungidos y amargos en la experiencia soviética. Quizá ha debido mejor decir, que en esa transición se debaten en duelo a muerte los elementos inhumanos del capitalismo y los humanos del socialismo por imponerse los unos a los otros, y que no resulta extraño que en esa batalla crucial se lleguen a cometer excesos de la parte socialista y que resultan ser antihumanos, por mucho que no se hayan querido ejecutar. Pero eso no es un producto del marxismo, sino más bien de circunstancias concretas que a los marxistas resultan indeseables.
Estamos hablando del humanismo y el antihumanismo de clase, del hombre de clase social, del modo de producción, para no confundirlo con ese humanismo genuino de la cultura literaria que se encuentra en la obra de Homero, en los líricos griegos, en los filósofos presocráticos y otros, que si bien tiene que ver con el mundo y el hombre, no lleva la fuerza de doctrinas que se pugnan por imponer la cultura –como un todo- de su preferencia a la sociedad. Incluso, hubo un tiempo en que los dioses eran apreciados como forma de humanidad superior, concibiéndose la divinidad a imagen del ser humano. Tal vez, por eso Jenófones señalaba que si los leones hubiesen podido concebir dioses, les hubiera dado forma de leones. Protágoras había dicho que “el hombre era la medida de todas las cosas”, al cual, Platón envejecido y ya perdido en sus cavernas imaginarias le buscaría su antítesis o corolario: “la medida de todas las cosas es Dios”.

Sobre el humanismo mucho se ha hablado y se ha escrito. Incluso los filósofos estoicos llegaron a crear la teoría que denominaron “filantropía”, contentiva de un ideal de comprensión del ser humano y de amor hacia él. Es difícil encontrar, en un mundo tan revuelto, contradictorio y violento como la globalización capitalista salvaje, por ejemplo, algún personaje vinculado a la propiedad de los medios de producción, que se le acerque o se guíe por el humanismo defendido por San Jerónimo siglos atrás, llegando a sostener éste que la Biblia no era sólo libro de la salvación (soteriológico), sino igual un instrumento literario capaz de ser asemejada con la literatura de la gentilidad. San Jerónimo, en su traducción de la Biblia (Vulgata) llega a sostener, ante el rechazo de los eclesiásticos conservadores, que el cuarto libro de Moisés contiene “los misterios de toda la aritmética”; el libro de Job “todas las leyes de la dialéctica”; y el Salmista era “nuestro Simónides, nuestro Píndaro, Alceo, Horacio, Catulo”.
Pero como el marxismo no es filantropía, ni utopismo, ni paternalismo como tampoco una Biblia que propaga el método de la fe en los poderes divinos y sobrenaturales del Ser Supremo, Marx nos aporta la definición más científica y revolucionaria del humanismo comunista como una contraposición a todos los humanismos anteriores y al antihumanismo, fundamentalmente, capitalista.
Marx considera que el humanismo que acabará con la alineación del ser humano contiene tres aspectos o fases: humanismo teórico, humanismo práctico y humanismo positivo. El primero versa en la superación de la fase teológica de la humanidad, pasando a ser la naturaleza humana el epicentro de la concepción del mundo del hombre. Marx valora mucho el aporte de Feuerbach en sus aforismos sobre la filosofía del porvenir. Sin embargo, Marx no se detiene allí y continúa haciendo camino al andar, llegando al segundo (práctico), que tiene que ver con la creación de condiciones materiales para que el hombre alcance cultura elevada sin diferencias clasistas. Es crear un hombre nuevo, ese que el Che lo preveía como “el hombre del siglo XXI”. Y el positivo estaría garantizado a partir del socialismo plenamente desarrollado sin alienaciones para entrar definitivamente a esa fase donde cada uno trabaja según su capacidad y obtiene según su necesidad; cuando la producción sea para el hombre –hablando en general como sociedad- y no el hombre para el mercado; cuando el hombre satisfaga todas sus necesidades y no las del mercado; cuando la mujer esté completamente liberada y dignificada, cuando nadie viva para el dinero, ni el Estado, ni las clases, ni el Derecho ni nada que los aliene a supersticiones ideológicas ni a fetiches materiales. Ese es el humanismo socialista.