Powered By Blogger

lunes, 14 de julio de 2008

Edición aniversaria




El EPA a la Opinión Pública

Independiente de algunos elementos que puedan ser objeto de crítica y que corresponde, fundamentalmente, al PSUV estudiarlos y corregirlos de ser ciertos, nosotros felicitamos el proceso en sí mismo, porque la militancia ha disfrutado de una oportunidad real de participar para determinar el candidato o candidata de su preferencia tanto para la gobernación de cada estado como para las alcaldías de los mismos. Ningún proceso político en la vida puede ser perfecto. Nosotros, como organización política EPA, emitimos opinión en torno a algunos precandidatos o más concretamente en relación con los camaradas: Julio Chávez, para la gobernación de Lara; Giancarlo Di Martino para la gobernación del Zulia; y Marcos Díaz para la gobernación de Mérida, por razones que ya explicamos sin desmeritar absolutamente a nadie y sin creernos dueño de verdades absolutas. Sabemos, ahora, que el camarada Julio Chávez perdi ó en la consulta con el camarada Henry Falcón, y éste se ganó el derecho de ser el candidato del PSUV a la gobernación de Lara. El camarada Di Martino ganó la consulta y debe ser el candidato a la gobernación del Zulia. El camarada Marcos Díaz venció y será candidato a la gobernación de Mérida.
Nosotros habíamos dicho que, en fin, es el pueblo quien tiene la potestad de decisión, aunque la dirigencia revolucionaria del proceso bolivariano, está en el deber de orientar, educar, concienciar y organizar, no sólo a la militancia del país político, sino, fundamentalmente, a las masas del país nacional para asegurarse su futuro con justicia y libertad y, además, reduciendo a la mínima expresión el campo de sus opositores sin que se tenga que utilizar métodos consecutivos de coerción política. Y que nos guía el espíritu de: votar por los candidatos del proceso bolivariano que resulten seleccionados por las masas del pueblo que apoyan al gobierno que preside el camarada Hugo Chávez.

De tal manera, teniendo ya clara la decisión de la mayoría de la militancia del PSUV y sin que nadie entienda que de por medio existan compromisos de alabanzas o idealizar a ningún candidato o ninguna candidata del proceso bolivariano a ninguna gobernación o a ninguna alcaldía, trabajaremos, de palabra y de hecho en base a nuestras probabilidades reales de existencia, por su triunfo en el venidero proceso electoral del 23 de noviembre del presente año. Sólo nos reservamos el derecho de tomar una decisión final, en aquella región o municipio en que siendo candidato o candidata un militante o una militante del PCV o del PPT o de comprobada posición revolucionaria con real posibilidad de obtener la victoria, de solidarizarnos con su aspiración, partiendo de que la mayoría del pueblo de esa región o de ese municipio así lo ha determinado en ausencia de una consulta electoral con la participación de todas las fuerzas y organizaciones políticas, gremiales o de otra naturaleza que apoyan al proceso bolivariano, que sería el método ideal para la selección final de candidaturas.


Repetimos lo que hemos dicho sobre el proceso electoral que decidirá cuáles serán los gobernadores o gobernadoras, alcaldes o alcaldesas para el próximo período de mandato de gobernaciones y alcaldías del país: Hay que entender que en el proceso electoral de este año se juega, en mucho, el destino del proceso bolivariano. Y eso obliga, no sólo a seleccionar los candidatos o candidatas que mayor oportunidad tengan de vencer a los candidatos o candidatas de la oposición, sino a quintuplicar esfuerzos, a asumir la política del proceso bolivariano en cada ciudad, en cada calle, en cada campo, en cada fábrica, en cada aula, en cada campo deportivo, en cada salón de fiesta, en cada caserío por muy insignificante que sea en número de votantes, para que el proceso bolivariano sea el vencedor absoluto. Lo que más importa no es la individualidad del gobernante, sino el proyecto que recoja las aspiraciones y sueños colectivos de un pueblo que merece la mayor suma de felicidad posible, como lo decía nuestro Libertador Simón Bolívar. Esa es la esencia del ideal que nos inspira para aportar nuestro pequeño granito de arena en la continuidad exitosa del proceso bolivariano que desde final de la década de los noventa del siglo XX, decidió asumirlo la mayoría de nuestro pueblo y hacer cumplir su derecho al voto para elegir su destino ejerciendo la democracia política que lo garantiza. Participaremos en el venidero proceso electoral haciendo valer nuestro derecho a la libertad de pensamiento y de crítica sin dejar de practicar la autocrítica, los derechos de expresión y de juicio, pero sin recurrir nunca a ejercitar la injuria, la difamación, la burla ni la humillación absolutamente contra nadie, por muy adversario que sea de nuestro ideal. Seremos profundamente respetuosos del derecho que tienen todas las personas a expresar sus inclinaciones electorales, a defender libremente sus ideas y sus candidatos o candidatas, y a participar por hacerlos triunfar sin romper ni quebrar los hilos de la constitucionalidad que actualmente sirve de guía al espíritu democrático de Venezuela. Eso es lo que ansía la aplastante mayoría de nuestro pueblo.

¿Qué proponemos a los candidatos o candidatas a gobernadores?
-La realización de asambleas públicas (sin distingo de raza, sexo, edad o posición política o ideológica, salvo aquellas que sean de comprobada participación en conspiración activa contra el proceso bolivariano), para estudiar, analizar, meditar, contemplar y, luego, reflexionar sobre las distintas realidades de su región, para que de allí se parta en la elaboración del programa económico-social que se proponga materializarlo desde la gobernación en dialéctica correspondencia con el programa nacional del gobierno que preside el camarada Hugo Chávez.
-No adquirir compromisos de otorgación de contratos con grupos económicos por colaboraciones para la campaña electoral, ya que todo contrato que implique elevadas sumas de inversión en cualquier rublo o campo de la economía, debe estar sujeto al interés del plan económico establecido por el gobierno nacional para un plazo determinado de tiempo.

-No ofrecer lo que no puede estar en la capacidad o posibilidad de un gobernador cumplir. Ninguna entidad regional puede estar por encima de la entidad como nación, y ningún interés regional debe estar por encima del interés nacional del proceso bolivariano para el pueblo venezolano.

-No llegar a acuerdos secretos con ninguna institución, sea de carácter político, económico o ideológico que tenga una posición de enfrentamiento con el proyecto bolivariano del gobierno nacional. Todos los compromisos que se adquieran deben ser factibles de hacerlos realidad, y deben expresarse o darse a conocer de manera pública como el testimonio de fe para ser cumplidos.

¡Está comenzando la hora en que hay que dar al pueblo lo que es del pueblo y también lo que es del César! ¡El proceso bolivariano necesita gobernantes dispuestos a servirle con lealtad y honestidad para profundizarlo!





Qué Es – En Verdad - El Socialismo?

Luego de que el Presidente Chávez anunciara su socialismo del siglo XXI, no ha habido clase social, partido político, gremio sindical, institución religiosa, raza o sexo, en que no se haya discutido o interrogado sobre el tema planteado. Las masas –eso que llamamos pueblo y especialmente proletariado-, por múltiples factores hasta ahora, no se ilustran en teoría ni en la ciencia de la noche a la mañana. No tiene poder económico para crear su cultura y su arte propios, por eso cuando llega al poder tiene que asimilar lo mejor del legado de conocimientos del capitalismo para iniciar la carrera de la universalización de la cultura y el arte. Sin embargo, en especiales y críticos momentos de la historia de la lucha de clases, asimila como nadie lo mejor del legado ideológico que le sirve para la conquista
de sus grandes propósitos revolucionarios y, de otra parte, somete a crítica demoledora y rechaza todo ideal revolucionario pero que lleva en el alma y el corazón las tendencias que benefician exclusivamente a los postulados del capitalismo.

En la actualidad son millones y millones de personas interesadas en saber qué es realmente el socialismo. Los acérrimos enemigos de este régimen económico-social dan su eterna versión falsa y maligna: un sistema que niega los derechos humanos, las libertades públicas y privadas; que se rige por el autoritarismo y permite que los comunistas se alimenten comiéndose a los niños en vivo o en trozos de churrasco vuelta y vuelta; que clausura las iglesias, asesina a los curas y persigue con saña a los creyentes en Dios para esclavizarlos hasta el instante en que se convenzan que odiar el reino del cielo es la única visa segura de su libertad; que la propiedad social significa la ruina, hambre y dolor mientras que la propiedad privada es la única generadora de la felicidad del ser humano; que le quita la mujer al prójimo y la prostituye para que produzca impuesto al valor agregado comerciando su sexo; que todo impedido físico es llevado vivo a la autopsia para sacarle los órganos que sirvan para ser traficados en el negocio de la medicina ilegal; que los festejos se hacen en forma de orgía para que los dirigentes se harten de placer sexual entre los aplausos y vítores de los cornudos voluntarios y conscientes. En fin, un régimen sólo de atrocidades de una minoría contra la mayoría de la humanidad. Miden el socialismo por una realidad cruda y perversa que es propia del capitalismo salvaje.

De otra parte, también marxistas, marxista-leninistas, leninistas, trotskistas-leninistas, trotskistas, estalinistas-leninistas, estalinistas, maosetunistas, guevaristas, fidelistas, bolivarianistas, zamoristas, grancistas, anarquistas, reformistas, revisionistas, oportunistas, y todo cuanto termine en istas, se han incorporado a la búsqueda de la definición correcta de socialismo para entender el significado del socialismo del siglo XXI propuesto por el Presidente Chávez. Esto es ya en sí mismo un paso importante en procura de armarse de teoría revolucionaria.
Sencillamente permítaseme decir esta cosita: hace ya casi 159 años que fue publicado el Manifiesto Comunista, donde Marx y Engels nos ilustran de muchas definiciones de socialismo pero, al mismo tiempo, el por qué no lo denominaron “Manifiesto Socialista” y, además, señalan la misión sagrada de los comunistas, de los proletarios –pudiéramos decir de los pueblos que ansían su emancipación social- contra el capitalismo para hacer posible la fase socialista de la sociedad comunista. Socialismo científico y verdaderamente revolucionario es una categoría histórica que tiene el mismo valor para todos los pueblos y todos los territorios del planeta Tierra en todos los tiempos. La gran diferencia estriba en que no se puede construir de la misma manera en unas partes que en otras, por lo cual no sólo hace falta la revolución socialista internacional, sino también la aplicación de la ley del desarrollo combinado superando a la ley del desarrollo desigual.
Socialismo es, de manera sencilla, la socialización de todos los medios de producción, de la organización de la sociedad, del control y la administración, de la distribución, de todos los servicios públicos, de la riqueza producida, de la solidaridad, del amor; en fin, de la cultura y el arte.
Podemos decir con suficiente claridad y sin temor a equivocación alguna que el socialismo posee, por lo menos, unas cinco, seis o siete características que lo hacen idéntico en cualquier parte del mundo donde se produzca. Lo que nunca debemos confundir es la transición del capitalismo al socialismo con el socialismo propiamente dicho, es decir, como la fase inferior de la sociedad comunista.
Socialismo es el triunfo definitivo de la propiedad social de los medios de producción sobre la propiedad privada de los mismos. Eso es lo que constituye el fundamento del régimen de la economía socialista. En otros términos, el socialismo globaliza la gran propiedad sobre los medios de producción que deja de ser privada capitalista y transforma la pequeña propiedad sobre los sostenes socialistas. La propiedad social sobre los medios de producción garantiza a la sociedad los intereses y beneficios económicos esenciales para una digna existencia humana.
El socialismo, con la eliminación de toda propiedad privada sobre los medios de producción, hace desaparecer las clases sociales y, por consiguiente, la explotación y la opresión del hombre por el hombre. El motor de la historia ha sido y será hasta el triunfo definitivo del socialismo la lucha de clases.

Al desaparecer éstas ya no existe ninguna necesidad de violencia social, de contradicciones antagónicas entre las personas, de egoísmo y desprecio ni necesidad de explotar a otros desde el punto de vista de clase ni de Estado.
En el socialismo, al no existir propiedad privada ni clases sociales, se extingue el Estado como expresión de aquellas; ya no se requiere como instrumento de poder político ni como de represión para garantizar intereses económicos de clases o particulares. A la segunda fase de la

sociedad comunista sólo llegan algunos vestigios del derecho burgués que con el desarrollo de las fuerzas productivas, de las ciencias, de la técnica y de la educación, es decir, con la cultura y el arte armónicamente universales, se extinguen para siempre y el Estado, como total esqueleto, pasará al museo de las antigüedades desde donde nunca más recobrará vida social. Dejará de existir toda expresión de opresión Social.

En el socialismo, producto de la economía planificada y de la educación integral de los seres humanos esencialmente, desaparecen las contradicciones irreconciliables entre el campo y la ciudad como entre trabajo manual y trabajo intelectual. Contradicciones que en el capitalismo alcanzan un nivel de antagonismo tal que no hacen más que evidenciar la anarquía y la desigualdad social en perjuicio de la ley del desarrollo combinado. Esta, en el socialismo, supera con creces a la ley del desarrollo desigual.
En el socialismo avanzado y apto para pasar a la segunda fase de la sociedad comunista, producto de los niveles de igualdad y solidaridad que logra y de satisfacción de las necesidades y de la humanización del trabajo, desaparecen el dinero, el egoísmo, el desprecio, la usura, toda expresión de esclavitud material y espiritual. El socialismo prepara las bases para que en la segunda fase –llamada por Marx comunista- reine la libertad sobre la necesidad y cada quien trabaje según su capacidad y tome bienes según sus necesidades.
El socialismo es, como fin en sí mismo, el logro de la administración de la sociedad por todos sus ciudadanos organizados y educados, por lo cual ya no se requieren instrumentos que se tomen la atribución de dirigir haciendo uso de elementos burocráticos. Es, en fin de cuentas, el período histórico en que se abrazan los trabajadores con las ciencias y la técnica y aplastan con su abrazo fuerte todos los obstáculos sociales que se interpongan en el desarrollo de la humanidad.
El socialismo es un régimen de la solidaridad humana sin más interés supremo que el del bien común, el de amar al prójimo como a sí mismo. Se inscribe para siempre la consigna del imperio de la ternura, la alegría, la vida y la solidaridad entre todos y para todos. El mundo se hace humanidad.



La Revolución Socialista y Los Medios de Comunicación

“Nadie ignora, en efecto, que la primera ley de la historia es atreverse a no decir nada falso ni callar nada verdadero; que al escribirla no haya sospecha ni de halagos ni de antipatías” (Cicerón)

En verdad, como lo decía el Libertador Simón Bolívar, la fuerza más importante es la opinión pública. Si le agregamos la educación y el hábito –racionalmente humanos para no equivocarnos- sería el estado ideal de cultura avanzada para el reparto de los bienes, en permanente abundancia, sobre una base material que se fundamente en un elevado desarrollo del dominio económico donde el trabajo productivo ya nunca más será obra de una carga pesada ni un castigo para el hombre y la mujer. Y eso debería ser la esencia del papel orientador de los medios de comunicación o de la cibernética, es decir, contribuir en la creación de conciencia hacia la construcción de ese género de sociedad; pero lamentablemente, hasta ahora, ha sido la expresión de los antagonismos de clases con intereses económicos y visiones demundo completamente diferentes lo que ha determinado la función de los medios de comunicación fundamentalmente privados. De allí, quizá y sin ser marxista, haya dicho Napoleón que cinco periódicos hostiles son más peligrosos que cien
mil hombres en el campo de batalla. Tal vez, Waterloo, se lo confirmó.

Es cierto también que una revolución no decide ni aplica sus medidas políticas porque le salga del forro a su gobierno, sino porque las circunstancias concretas lo inducen a ellas. La Revolución Rusa o de Octubre en 1917, por ejemplo, se vio forzada a ilegalizar a todos los partidos políticos y sus medios de comunicación debido a que se complotaron con el imperialismo externo y la contrarrevolución interna para derrocarla por la violencia. Aun así, eliminó la pena de muerte,
instrumento jurídico con que el zarismo “legalizaba” el asesinato de sus opositores y premiaba a sus esbirros o verdugos con impunidad para acometer atroces delitos de lesa humanidad. Por lo menos así fue mientras Lenin estuvo al frente del gobierno de los comisarios del pueblo. Incluso, los terroristas que atentaron contra su vida y le produjeron heridas que lo llevaron a la muerte prematura, no sólo fueron perdonados sino también incorporados por la burocracia al partido de Lenin. ¡Qué barbaridad!
La Revolución Cubana, por ejemplo, hizo lo mismo con los partidos políticos y medios de comunicación burgueses, porque se colocaron de lado del imperialismo estadounidense y sus acólitos cubanos que pretendieron derrumbarla por la vía de la violencia. Entiéndase que la obligaron a tales medidas y no fue el producto de un deseo maquiavélico de Fidel o del gobierno revolucionario cubano.
Partamos, ciertamente, que el caso venezolano no se parece ni siquiera poco ni al ruso ni al cubano. Sin embargo, si le metemos el ojo clínico de la dialéctica descubriremos similitud en la hostilidad de algunos poderosos medios de comunicación hacia el gobierno, haciendo uso de telenovelas, de programas “humorísticos” o musicales que llevan detrás los misiles o petardos venenosos de la desinformación y el estímulo a la desobediencia política –por cualquier medio- para derrocar al gobierno que no es de su preferencia, aunque éste haya sido el producto de la voluntad de la mayoría de los venezolanos en ejercicio de su derecho y de su deber de votar en elección para elegir quién resulta ganador de la Presidencia de la República y el programa de gobierno que representa.
Digamos –y hasta aceptemos- que eso es un deber de los medios de comunicación burgueses o privados en base a los derechos de las libertades de expresión y de pensamiento que se corresponden con sus intereses económicos, políticos e ideológicos. Por lo tanto igualmente debería entenderse –y hasta aceptarse- que un gobierno que promueva un régimen de vida diferente al capitalismo posee no sólo sus derechos a las libertades de expresión y de pensamiento, sino también deberes de hacer valer y aplicar sus políticas que conduzcan a la creación de una nueva conciencia, una nueva cultura, una nueva manera de ver la vida, una nueva educación y hábitos que se correspondan con la programación que adelante y garantice la transformación o, mejor decir, a una nueva opinión pública como fuerza propulsora de una nueva sociedad. Y los medios de educación (entre ellos: los de la comunicación, el trabajo y la escuela) son de la mayor vitalidad e importancia para el Estado, las clases, los partidos y la misma sociedad.
Participar en un golpe de Estado o en una conspiración para derrocar a un gobierno no es, simplemente, agarrar un arma de la guerra y dispararla contra sus adversarios. Bastaría una sencilla fotografía para identificar al golpista o al conspirador si deja algún rastro descubierto o que se le capture con la mano en la masa. Ese es el hecho físico sin el cual ninguna teoría se manifestaría en la práctica social o en el campo de batalla. Esa teoría, hostil, no pocas veces la publicitan, la promueven y la divulgan hasta la saciedad los poderosos medios de la comunicación
social que funcionan, abierta y hasta legalmente,
utilizando el espectro radioeléctrico que pertenece a toda la sociedad, y que mientras ésta no esté en condición de administrarse por sí misma debe el Estado asumir la potestad sobre su destino. Que se conozca, la democracia representativa en el poder político –siendo gobierno- jamás permitió a sus opositores el “privilegio” comunicacional para gozar a plenitud de sus derechos a las libertades de expresión y de pensamiento. Baste recordar que el panfleto o folleto o periódico menos ofensivo contra el Estado o su gobierno –en lo particular- era causal de juicio por adherencia a la rebelión militar y que se consideraban un arma teórica de guerra. Ciertamente, no sólo la práctica –fusil en mano echando tiros- es la guerra o la violencia, sino también lo es –peligrosísimo por cierto- el ideal que la propaga, la justifica, la prepara, la calcula, la premedita, y grita: “¡audacia!” para materializarla.
Nadie es más experta y de más larga experiencia sangrienta y de criminalidad que la burguesía en eso de perseguir, acosar y eliminar medios de comunicación predicadores de verdades y de conciencia contra el salvajismo del capitalismo. Si han creado un Internet donde, es verdad, se pueden contactar y hacer uso fácilmente de conocimientos de múltiples naturaleza en provecho del desarrollo intelectual y material del ser humano, no es menos cierto que al mismo tiempo han creado y promovido toda índole de juegos y de pornografías para, fundamentalmente, incentivar a la juventud a perder su tiempo y distraerse justo en lo que más aliena la conciencia humana, más la pervierte en la prostitución y más la resigna a ser cómplice de las atrocidades del capitalismo salvaje y bárbaro. Si el proletariado gozara de recursos económicos, de cierto nivel generalizado de cultura y de tiempo para navegar en Internet, posiblemente de ésta ya hubiesen eliminado todo el legado doctrinario –por lo menos marxista- que facilita y conduce a la formación de conciencia revolucionaria.
La burguesía, por ejemplo, no ordenó el asesinato del camarada Juan Pablo Marat por la simple razón de su consagración total a la lucha por los intereses y los derechos del pueblo francés. No, lo hizo ¿saben por qué?, porque editaba un periódico (El amigo del pueblo) que era profundamente hostil a los intereses y la política de la burguesía y poseía enorme influencia sobre el movimiento revolucionario y democrático francés.
En Estados Unidos, por ejemplo, la ley patriota es una mordaza, una auténtica negación al derecho a la libertad de expresión para evitar que el pueblo estadounidense tenga acceso a conocer las atrocidades que acomete su gobierno, por la vía de la guerra imperialista y en nombre de la democracia y la libertad, en otras latitudes diferentes a la idiosincrasia estadounidense. Sería injusto perder el tiempo, por ejemplo de los comunistas que tienen el deber de denunciar las tropelías de la ley patriota, andar rogando o solicitándole a los medios de comunicación burgueses que ejecuten una férrea oposición comunicacional a la política de mordaza y censura aplicada por el gobierno de Estados Unidos para que su pueblo no descubra sus atrocidades en Irak, Afganistán y donde quiera que ponga su bota insolente el mercenarismo gringo imponiendo silencio y resignación por democracia, opresión y esclavitud por libertad, y terror y saqueo por solidaridad. Eso sería como llover sobre mojado. Sin embargo, para la burguesía, todo medio de comunicación que se oponga al capitalismo y sus perversiones, que critique sus métodos de salvajismo y violencia terrorista, que promueva el verdadero espíritu de la democracia y la libertad, resulta digno de la mordaza, de la prohibición y del silencio, de no merecer espacio para su divulgación; es decir, no debe circular por ser un arma política o ideológica de destrucción de los derechos de la burguesía a explotar y oprimir a naciones y pueblos enteros. La salsa que es buena para los espaguetis, no es buena para los macarrones según la burguesía. Ley del embudo: lo ancho y sabroso para la burguesía, y lo angosto y desagradable para que el pueblo se distribuya la miseria y el dolor.
Nosotros, hemos dicho que no tenemos ni buscamos asirnos de potestad para juzgar o condenar a nadie, pero creemos tenemos el deber del derecho a la opinión, a expresar ideas para la meditación, el estudio y la contemplación que nos conduzcan a la reflexión, ya que ésta es una rica metodología del conocimiento, de la formación y obtención de conciencia humana. Por eso creemos en el postulado marxista de que la ideología predominante de toda sociedad es la ideología de la clase dominante. Esto quiere decir, por lo menos para nosotros, que un gobierno que promueva la práctica y la teoría por el socialismo conjuga el derecho y el deber de hacer valer y primar la ideología del proletariado por encima del resto de las ideologías que hagan vida en la sociedad o su nación. Eso no es negar el derecho a la libertad de expresión o de pensamiento a sus opositores, sino que una nueva sociedad no se puede construir promocionando la ideología de la clase del régimen que se pretende superar y transformar en otro completamente nuevo. Eso sería lo mismo que formar a los niños en una escuela donde no tienen ninguna necesidad material, pero se les imparte una ideología que tenga por filosofía y por moral el desprecio y el egoísmo de unos contra otros. El socialismo, entiéndalo bien la burguesía y nosotros también, es un objetivo revolucionario que no puede hacerse realidad sin teoría revolucionaria. ¿O es qué realmente la burguesía no lo sabe? ¿Acaso ella no lo aplicó así para poder superar los obstáculos que interpuso en su camino o lucha el decadente régimen feudal y triunfara el capitalismo? ¿Será que el socialismo resultará construido por la burguesía cuando el proletariado, de tanta miseria sufrida en la tierra, vaya al cielo y regrese sólo su alma portando las Sagradas Escrituras como sus únicas armas de combate?
Nosotros creemos que las minorías tienen derechos que deben ser respetados por la mayoría y por el Estado, pero igualmente poseen deberes que se traducen en el respeto a los derechos de la mayoría, esencialmente, porque ésta, en primera instancia, es la que tiene la potestad de dictar el norte del destino que materializa el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Lenin decía que si la burguesía no incitaba a la guerra, no ejercía violencia contra la Revolución Rusa, nada ni nadie podía negarle o entorpecerle –incluso- su derecho a realizar vida política legal, tener su partido, expresarse libremente y participar con sus propios candidatos en elecciones para consultarle a la sociedad sobre cómo decidir o qué políticas aplicar o rechazar sobre su devenir. Pero igual sostenía que si la burguesía, sus partidos políticos o sus medios de comunicación, por ejemplo, promovían la violencia para derrocar a la revolución, ésta estaba en el sagrado deber de combatirla e ilegalizarla no sólo por efecto de fe en la construcción de un provisor y digno futuro para toda la sociedad, sino también con la fuerza y la razón que le otorgan el derecho de la mayoría que se decidió por la revolución.
Un medio de comunicación capitalista, amén de la búsqueda de riqueza para sus propietarios por la vía de la publicidad, parte de un principio filosófico o sociológico sin el cual no existiría: orientar a las masas o pueblo en torno a específicos intereses de la clase dominante (económicos, políticos e ideológicos) que permitan el mayor respeto y acatamiento posibles a su régimen por toda la sociedad. Una revolución socialista tiene los mismos deberes y derechos o principio pero orientando a la sociedad hacia la conquista del imperio de la propiedad social sobre los medios de producción y educar al pueblo o, mejor dicho, a la sociedad para que aprenda a administrarse por sí misma siendo ella la propietaria de los medios con que trabaja, de la producción y de la distribución de todo lo producido. Esa es la lucha entablada entre quienes tratan de perdurar en el poder (la burguesía) para vivir de la explotación y opresión del hombre por el hombre y los que quieren (el proletariado especialmente) emancipar la sociedad de toda explotación material y espiritual.
Es justo que una revolución incentive a la opinión pública para que se haga más aguda, más audaz y más inteligente, para que con su poder haga valer su derecho a participar y decidir en su destino. Pero una revolución que permita que la necedad se apropie de la opinión pública y aliene la conciencia del pueblo con el desecho de la cultura burguesa, estaría fomentando su propia sepultura en corto tiempo. Por ejemplo y con el mayor respeto por los miles de televidentes que no se pierden un solo capítulo de la novela de su preferencia, una revolución que se proponga liberar al ser humano de la esclavitud espiritual a que lo somete el capitalismo para que reine la ignorancia y su resignación al trabajo material esclavo, no debe permitir ese género de programaciones grotescos, sin material de educación, sin incentivo a la búsqueda de superación de la vida cultural de un pueblo, tal como acontece con esa persistente visión telenovelesca donde siempre se promueve el cuerno o cacho planificado de la mujer contra un hombre –igualmente polígamo- y un resto de mujeres extras que no le importa prostituirse con tal de hacer –sin querer queriéndolo- la amante del protagonista para dar celo a la protagonista y que terminen felicites y contentos al final jurándose la lealtad trasnochada de tanto, el uno como la otra, hacer uso de la promiscuidad. Ese género de telenovela, tal como lo concibe el comercio del sexo y del ser humano como mercancías que se venden y se compran en el mercado capitalista, es una falta de misericordia de inescrupulosos empresarios con esa masa enorme (que por no participar en la vida productiva de su país fundamentalmente) se ha convencido que la telenovela, donde se premia la chabacanería, es la educación para su superación o distracción para combatir el ocio o el fatigamiento que causa la explotación de la esclavitud en la economía doméstica. Eso es una burla a las necesidades culturales de los seres humanos o con esos millones de personas que el mismo capitalismo les ha negado acceso a la educación científica y al trabajo digno, únicas fuentes posibles capaces de crear una sociedad nueva y un hombre y una mujer nuevos.
Igualmente se pudiera decir de esos programas “cómicos o humoristas” que perdiendo creatividad para hacer reír a la audiencia lo más sanamente posible, donde casi todos los sketch se
fundamentan en una grotesca parodia burlona y vejatoria del homosexualismo que padecen seres humanos que también gozan de derechos que deben ser respetados, por las minorías y la
mayoría, y tratados con el conocimiento científico y un régimen económico que permita restituirles la originalidad del sexo. De la misma manera una revolución que gobierne para toda la sociedad y la beneficie, tiene el deber de no permitir que los homosexuales –víctimas de las tropelías de libretistas de telenovelas o de programas humorísticos y sobre todo en horarios para niños y niñas- sigan siendo maltratados, descalificados y utilizados como hazme reír de los demás o seres desprovistos de sentimientos y derechos humanos dignos de respetar por la sociedad. Sépase, por lo mucho que respetamos la vida de los seres vivientes y hasta la memoria de los muertos, nos hemos hecho eco de esa idea promovida por los zapatistas en boca del subcomandante Marcos, de no excluir de la lucha por un mundo nuevo posible absolutamente a nadie por razón de sexo, de raza o de otra naturaleza salvo aquella que choque con los principios fundamentales de la causa por la justicia y la libertad verdaderas. Pero al mismo tiempo sabemos que se necesita que se promuevan soluciones a las necesidades materiales que faciliten la incorporación de todos y todas (incluyendo a los homosexuales, a los veedores de telenovelas e incluso a los mismos artistas y humoristas que actualmente se oponen a la creación de un mundo nuevo posible) al desarrollo de una vida digna, solidaria, digamos, como Dios y Marx os demandan: emancipada de toda explotación y opresión del hombre por el hombre. Y eso pasa, necesaria y obligatoriamente, por programas comunicacionales que se ajusten a la información
veraz, a expandir y hacer conocer la verdad de los hechos y rechazar el fetiche de la mentira, la desmemoria y demás elementos del antihumanismo que ha hecho reinar el capitalismo en toda la faz del mundo.
Nosotros estamos convencidos que la gran prensa del capitalismo es una producción de rumores elevados o deformados varias veces para lanzarlos al viento en provecho de sus supremos intereses –especialmente económicos-, pero éstos requieren de un piso de mucha ignorancia o alienación de la opinión pública. Poco les importa la verdad con tal que la mentira corra veloz y sea creíble inmediatamente. Solicitarle al Diablo que escriba la historia de sus crímenes y atrocidades en el Infierno es como resignar una revolución a las mentiras y oportunismos de los depredadores de la verdad. La gran prensa capitalista miente de manera persistente y lo hace sin reparos ni miramientos de ningún género. Algunas veces (lean al New York Times, el Temps y otros poderosos medios de comunicación) publican algunas verdades que no pasan de ser las más triviales, porque así creen asegurarse el derecho de engañar a la opinión pública en las cuestiones de mayor importancia con necesaria autoridad.
Como nosotros no andamos lavándonos las manos como Pilatos, no somos programadores de la filantropía que se arruina en sus utopías, no profesamos la resignación de Danton al interés de la burguesía, no nos proponemos crear un nuevo Dios al estilo Robespierre para salvar al Tercer Estado, ni mucho menos vamos a izar bandera de la neutralidad en las luchas o conflictos que se producen y se darán en el mundo actual, hacemos público nuestro gesto de solidaridad con el gobierno bolivariano que preside el camarada Hugo Chávez en la defensa del espectro radioeléctrico que no le ha sido renovado, en concesión, a un medio de televisión extremadamente hostil a la política promovida por el gobierno en provecho de la mayoría de la sociedad venezolana.
Si bien no somos coincidentes en todas y cada una de las políticas del gobierno bolivariano, nosotros defenderemos con palabras y argumentos –aun cuando podamos correr el riesgo de errar- todo cuanto nos parezca progresivo en beneficio del pueblo frente a las palabras y argumentos de los opositores en el contexto de la constitucionalidad. Y sólo, conste que sólo en última instancia, entraríamos en la vía de la violencia social si los enemigos del proceso bolivariano hagan violencia social para derrocar al gobierno que preside el camarada Hugo Chávez y que de manera mayoritaria ha sido elegido por el pueblo en un proceso electoral transparente y avalado por la opinión pública nacional e internacional.
Si alguien nos dijera que la prensa burguesa no miente y es mayormente veraz, para nosotros estaría premeditadamente –aunque él mismo sí no se lo creyese- mintiendo con descaro; si alguien nos dijera que RCTV no mentía con hostilidad extrema en perjuicio de la verdad y no estimulaba la caída estrepitosa del gobierno bolivariano, para nosotros estaría premeditadamente –aunque él mismo no se lo creyese- mintiendo con descaro; y para que nadie ni siquiera piense que somos resentidos sociales con RCTV o aduladores del gobierno, si alguien nos dijera que Venevisión ahora no miente y no festejaría –con caviar y whisky mínimo 16 años- la caída por cualquier medio del gobierno bolivariano, para nosotros estaría premeditadamente –aunque él mismo no se lo creyese- mintiendo con descaro.
Es cierto que sin ganarse a la aplastante mayoría de quienes hoy están en oposición al proceso bolivariano sería profundamente dificultoso avanzar victorioso hacia la creación de
una nueva sociedad, pero igual si no se toman medidas –algunas drásticas inclusive- que reduzcan a la mínima expresión, por lo menos, la hostilidad extrema de la oposición y sus medios de comunicación, tampoco aseguraríamos el camino para avanzar triunfante y garantizar lo que la mayoría del pueblo votante se ha dado como destino o revolución.
Nosotros asumimos aquello que dijo Proudhon (el anarquista y sin ser santo de nuestra devoción) el día 26 de abril de 1852 desde la prisión: “El movimiento, indudablemente, no es normal ni sigue una línea recta; pero la tendencia se mantiene constante. Todo lo que los gobiernos hagan, primero unos y luego otros, en provecho de la revolución, es un paso irreversible; en cambio, lo que contra ella se intenta, se evapora como una nube…” Eso es necesario entenderlo todo luchador y toda luchadora social para mirar las cosas desde arriba con buen tino y no caer de bruces contra las pequeñeces y las miserias, como lo decía Rosa Luxemburgo.
En fin, es nuestra humilde opinión sobre la revolución y los medios de comunicación –esencialmente opositores-, porque repetimos que no somos ni seremos jamás un tribunal que juzgue o condene a nadie, ya que esa potestad se la reconocemos a la historia que actualmente sería la voluntad mayoritaria del pueblo que ha abrazado la causa del proceso bolivariano, por lo cual el Presidente Hugo Chávez, en pleno ejercicio del derecho a la autodeterminación de nuestro país, debe hacer valer los sueños y sentimientos de esa mayoría que lo eligió como cabeza principal de gobierno. Y con el pueblo andaremos siempre de su lado aun en sus derrotas, pero nunca le solicitaremos ningún privilegio en particular -para nosotros- de sus victorias.



¿Cuál socialismo
Proponemos nosotros?


Frente a las perversidades, calamidades y atrocidades que comete la globalización capitalista salvaje contra la mayoría
de la humanidad, la única alternativa para salvar al mundo de su casi completa destrucción y desaparición es el socialismo. Cualquier propuesta centrista o de ésta mezclándola con la derecha o la izquierda no es más que una utopía que termina arruinando la esperanza de sus progenitores. Lo que debemos es
tener claridad y verdadera conciencia de cuál socialismo estamos hablando, escribiendo y proponiendo para la reflexión humana.
Nosotros, estudiando las diversas fases históricas vividas por el mundo social, nos convencimos que muchas cosas que antes poseyeron vigencia ya, hoy día, la perdieron por completo y luchar por ellas sería como querer volver a instaurar un pasado que nada brinda de solución al mundo actual. Así llegamos a descartar al socialismo cristiano que respeta y deja intacta la propiedad privada sobre los medios de producción; el socialismo pequeño-burgués, porque se fundamenta en la explotación de la mano de obra; el socialismo burgués porque concentra los medios y el fin en manos de unos pocos generando miseria para los muchos; el socialismo académico porque sigue viendo en la filosofía idealista el fundamento teórico de todas las ciencias y de la vida de la naturaleza y la sociedad; y el socialismo burocrático y termidoriano (estilo estalinista) que no ve más allá de las fronteras de una nación y calcina la esperanza del pueblo para favorecer la casta social que se hace del poder político.
Nosotros creemos y proponemos el socialismo verdadero; ese que sus principios fueron expuestos científicamente por Marx y Engels y que quisieron construir hombres como Lenin y Trotsky, quienes fueron grandes y excelsos constructores revolucionarios y maestros del proletariado mundial.
Con la dominación de la globalización capitalista salvaje muere toda probabilidad o pensamiento de las variedades de socialismo que se alejaron de los principios sine qua non que caracterizan al socialismo en general y real; muere el socialismo dulce, ese que carece de espíritu de transformación y de pasión por el dominio de la propiedad social sobre todos los medios de producción; muere el socialismo de funcionarios burócratas y de llenar la barriga al padre que resigna su familia a la desigualdad social de castas y categorías sociales; muere el socialismo que desecha la audacia y condena la locura revolucionaria para aplastar toda resistencia de los factores capitalistas en la transición del capitalismo al socialismo; muere el socialismo que dedica su goce a la afición por las estadísticas y termina anunciando la victoria definitiva de la revolución cuando los burócratas del Partido alcanzan un elevado nivel de buena vida acordada con los rezagos de la burguesía y la aristocracia obrera; muere el socialismo que se desvive por las reformas frenando las posibilidades de las transformaciones; muere el socialismo que negocia y vende sus derechos a la progenitura por unas dádivas de beneficio personal y familiar; muere el socialismo que es visto por la oligarquía como el apaciguador de la impaciencia del pueblo para que éste se resigne al dominio del capitalismo y se conforme con el desigual reparto de la riqueza donde la mayoría recibe la peor parte; y muere el socialismo que no es genuinamente de la clase obrera como portadora de un nuevo y superior régimen de producción al capitalismo.
Nosotros proponemos, sin darnos de descubridores de ciencia ni de nuevas fases de la historia humana, el socialismo creador y fecundo que lleva hasta sus últimas consecuencias el reinado de la propiedad social sobre todos los medios de producción; el socialismo bien organizado, bien formado y bien adoctrinado; el socialismo de cuerpo vigoroso para que no se le escape su alma igualmente vigorosa y creativa; el socialismo que no se detenga ni se conforme con mejorar las condiciones mínimas de la sociedad, sino que transforme por completo el modo de producción capitalista de raíz sin que ningún vestigio de propiedad privada quede con signo vital; el socialismo que elimina en su desarrollo las nefastas contradicciones entre el campo y la ciudad y entre el trabajo manual y el intelectual; el socialismo que lleva a la humanidad al reinado de la cultura y el arte universales; el socialismo humanístico sustentado en la solidaridad y la ternura humanas; el socialismo que iza la bandera del reino de la libertad sobre el reino de la necesidad; el socialismo donde el ser humano trabaje según su capacidad y se haga de los bienes según sus necesidades.
Sabemos que es difícil y costosa su conquista, que la historia es, una tras otra etapas sucesivas, pero el destino de la humanidad no deja duda alguna que el socialismo será la meta más inmediata que suplantará al capitalismo. Entendamos que eso no será obra de poderes sobrenaturales; que la lucha de clases y sus contradicciones antagónicas, especialmente en lo internacional, nos indica ese camino y todos los esfuerzos revolucionarios de contexto interno o nacional tendremos que encauzarlos hacia allá. La mayoría de la humanidad, como mar bravío o viento huracanado, inclinará sus fuerzas, su conciencia, sus brazos, sus esperanzas por ese cauce y vencerá como el Sol a todo aventurero que se le acerque para expropiarlo de su luz.
Decimos y proponemos que debemos redimensionar la reflexión de las luchas y los pensamientos, porque no tendremos escapatoria: neoesclavitud imperialista o socialismo emancipador del mundo. Cualquier propuesta intermedia, por ser neutral, no sólo es un egoísmo estrecho y una incomprensión de las realidades y perspectivas del mundo, sino también una hipócrita utopía y cobardía para engañar a la mayoría de la humanidad. El tiempo es nuestro. La última palabra la tienen los pueblos.



El papel de la propiedad privada en la transformación del hombre en lobo

Engels escribió un folleto sobre “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, donde analiza y nos aclara las fuentes de la riqueza, y dice que el trabajo es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y agrega: “Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre”.
Está demostrado que el hombre nace de la raza de los monos antropomorfos y que Darwin describió como cubierta de pelo, con barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas. Por las múltiples funciones que realizaba esa raza de monos prescindió de las manos para caminar sólo sosteniéndose con los pies, lo cual hizo que adoptaran una posición erecta y que Engels concibe como el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre. De más está explicar el papel de las manos en el desarrollo del hombre y, especialmente, del cerebro y el lenguaje, y que los fue perfeccionando por el trabajo. Engels dice que: “El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese…” De allí que las manos no sólo sean un órgano del trabajo, sino también producto de él. Engels, valorando el papel de las manos, nos dice: “Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini”.
Luego el camarada Engels nos explica lo siguiente: “Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro”.
Más adelante vuelve Engels a decirnos: “Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo. El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad”.
Como, con la ayuda y la claridad científica de Engels, ya llegamos a la sociedad, entonces entremos en ese mundo en que analicemos el papel de la propiedad privada en la transformación del hombre en lobo, porque para éste ya el mono no se necesita para nada. Cuando el hombre se hizo propietario de los medios de producción y comenzó a explotar trabajo ajeno, se inició el proceso de su transformación en lobo dejando de ser propiamente dicho hombre. El propietario de medios de producción y que se fue apoderando de la riqueza que pertenecía a toda la comunidad, dejó de trabajar para convertirse en explotador de la fuerza de trabajo del esclavo, lo cual hizo que sus manos se fuesen convirtiendo en un órgano semejante y con las mismas funciones de los pies. Este fue el gran paso inicial en el papel de la explotación al trabajo ajeno en la transformación del hombre en lobo.

Pero el hombre-lobo o lobo-hombre a diferencia del lobo-animal o animal-lobo, para convertirse en enemigo del hombre y amigo exclusivo del capital, requiere necesariamente establecer el dominio de una política que le permita lograr que el hombre-esclavo o esclavo-hombre sea propiamente una herramienta que hable pero que no piense y, de esa manera, también tenga éste una pequeña diferencia con la herramienta –animal- que no habla ni piensa. De allí nace es manía de carcelero –explotador y opresor- de enjaular el loro para evitar que se convierta en un propagador de las ideas de la herramienta esclavizada que hable pero que no piense mediante el método de la imitación y la repetición imprudente y tediosa.

El hombre-lobo o lobo-hombre –guiado exclusivamente por el fetiche capital- es un depredador salvaje aun más irracional que el animal que no habla ni piensa. Un ejemplo basta para ilustrar esa irracionalidad: no se conoce un estudio científico donde se culpe a las hormigas o a los mismos monos que viven sobre los árboles y comen de sus frutos de haber destruido completamente la cabecera o fuente de nacimiento de un río que lleva aguas a múltiples comunidades para calmar la sed de la población humana y animal, lavar y cocinar sus alimentos, regar sus siembras y hacerse la higiene. Sin embargo, sí se ha demostrado –por vía empírica o teórica- la acción de las manos y de la mente salvaje del hombre-lobo o lobo-hombre en la destrucción integral de la naturaleza de una determinada región que ha conducido, en poco tiempo, no sólo a secarse por completo una fuente de agua, sino muchas cabeceras de ríos con sus nefastas consecuencias humanas y ecológicas. Se dice, por ejemplo, que en Venezuela han desaparecido para siempre más de veinticinco ríos y, en Colombia amén de algunos ríos, más de diez mil quebradas. ¡Santo Dios! Lo único que sabemos, por el método de la fe en la astrología divina y creencia en poderes sobrenaturales, es que el Diablo dictó un decreto hace unos cuantos años, que para la Tierra ni una sola gota de agua venida del Infierno. Eso quiere decir: que en tiempo no muy lejano viviremos, los humanos más la fauna y la flora, un diluvio de sequía que costará ¿quién sabe? cuántas muertes, lamentaciones y sufrimientos al género humano y a la propia naturaleza. Y lo peor, esto lo saben muy bien los depredadores, el dinero ya no jugará ningún papel para reconstruir lo destruido por el hombre-lobo o lobo-hombre.
Deduzcamos una conclusión correcta si pretendemos salvarnos de las grandes hecatombes que producirá el capitalismo salvaje en la Tierra y, además, si queremos evitar que la gente buena vaya derechito al Infierno: sólo destruyendo o aniquilando al hombre-lobo o lobo-hombre –que ya es una clase social con nombre de burguesía- podremos construir un nuevo mundo habitado exclusivamente por hombres amigos verdaderos del hombre y dejemos al lobo-animal o animal-lobo sus propiedades intrínsecas del reino de la fauna. Amén.











El socialismo y el Humanismo

El mundo ha sido, en cierto sentido, la lucha permanente –mientras existan las clases sociales- entre lo humano contra lo inhumano o lo inhumano contra lo humano, o valga decir: el bien contra el mal o el mal contra el bien, sabiéndolo entender como hechos y corrientes de la historia –muchas veces- necesarias e inevitables hasta cuando triunfe para siempre el imperio de la libertad sobre la necesidad y logre el ser humano no sólo apreciar y respetar el valor de la naturaleza -como madre de la vida humana- sino también poder trabajar según su capacidad y obtener bienes según su necesidad.
Lefbvre dice “Lo humano es un hecho: el pensamiento, el conocimiento, la razón, y también ciertos sentimientos, como la amistad, el amor, el coraje, el sentimiento de la responsabilidad, el sentimiento de la dignidad humana, la veracidad, merecen sin discusión posible tal calificativo… En cuanto a la palabra “inhumano”, todos saben lo que designa: la injusticia, la opresión, la crueldad, la violencia, la miseria y el sufrimiento evitables…”
Los metafísicos creyeron que lo humano era únicamente el conocimiento y la razón; y por inhumano, tenían a todos los otros aspectos del hombre. Y como vinculaban el conocimiento y la razón de manera dependiente de un pensamiento, una razón o un conocimiento sobrehumanos, desvalorizaban por completo, haciéndolo ver como inhumano, realidades que son inevitables en lo humano, tales como: la vida, la pasión, la imaginación, el placer, según Lefbvre.
No fue fácil llegar a una verdadera concepción que nos clarificara, científicamente, lo que venía siendo humano y lo inhumano en un mundo de clases sociales, de profundas y hasta violentas contradicciones, de guerras entre naciones por el progreso o el atraso, de conflicto por el conservadurismo o superación de valores culturales y artísticos clasistas, por mantener o cambiar concepciones sobre el mundo. Hubo un tiempo en que la religión, por ejemplo, tuvo por inhumano a la ciencia que se atreviera traspasar la frontera de una hipótesis que podía hacerse teoría tan pronto el laboratorio de la práctica social la comprobase. Lo estoicos, por su parte, creyeron que la pasión o todo deseo resultaba una alienación de la pura razón “… por la razón, en efecto, el sabio estoico reina sobre sí y se desprende de todo lo que no depende de él, de todo lo que no es él mismo; pero por el deseo y la pasión, el hombre que no es un sabio se liga a “otro” distinto de sí mismo: depende de él; se aliena, es decir, se vuelve loco, delirante, desdichado, absurdo, y por lo tanto inhumano o demasiado humano” (Lefbvre).
Si entendemos que la historia humana –en general- y el hombre –en lo particular- no han podido desarrollarse más que a través de las contradicciones, por intereses que resultan en determinados casos –como la lucha de clases- antagónicas, comprenderemos que el factor hum ano no podía, al decir de Lefbvre, formarse más que a través de lo inhumano, primero confundido con él –se refiere al hombre- para diferenciarse en seguida a través de un conflicto y denominarlo mediante la resolución de ese conflicto.
Agrega Lefbvre que “Así es como la razón, la ciencia y el conocimiento humanos llegaron a ser y son todavía instrumentos de lo inhumano. Así es como la libertad no ha podido ser presentida y alcanzarse más que a través de la servidumbre. Y así es también como el enriquecimiento de la sociedad humana no pudo realizarse más que a través del empobrecimiento y la miseria de las más grandes masas humanas. Lo humano y lo inhumano se revelan en todos los dominios con la misma necesidad, como dos aspectos de la necesidad histórica, como dos facetas del crecimiento del mismo ser. Pero estos dos aspectos, estas dos facetas, no son iguales y simétricos, como el Bien y el Mal en ciertas teologías (el maniqueísmo). Lo humano es el elemento positivo, la historia es la historia del hombre, de su crecimiento, de su desarrollo. Lo inhumano no es más que el aspecto negativo: es la alienación, por otra parte inevitable, de lo humano. Es por ello que el hombre, al fin humano, puede y debe destruirla, rescatándose a sí mismo de su alienación”.
Bueno, para no seguir en la filosofía de lo humano y de lo inhumano, podemos decir que hoy día, bajo el imperio de la globalización capitalista salvaje, los que se oponen al devenir histórico, los que se aferran a la explotación y opresión del hombre por el hombre, son los inhumanos; y quienes desean construir un mundo nuevo posible que plena de libertad y justicia al hombre sin ser explotado y oprimido por el hombre, son los humano.

El socialismo es un régimen, para merecer ese nombre, la fase de un Modo de Producción (comunista) que tiene por fin social: el triunfo absoluto del humanismo y la extinción o desaparición de todo rasgo inhumano de la humanidad –en general- y del hombre -en lo particular-. Al reinar la solidaridad, el amor, la amistad y la ternura en la historia humana, ya no habrá más nunca necesidad de desprecio, individualismo ni egoísmo en la conciencia humana.
El capitalismo, en sus comienzos, propagó un humanismo que superó el antihumanismo que el atraso feudal ponía como obstáculo al desarrollo económico–social. Sin embargo, era o es un humanismo artificial, porque continuó sustentándose, como el feudalismo, en la explotación y opresión de clases y del hombre por el hombre, en la manutención de la pobreza y el dolor para los muchos. En la entraña de la burguesía no ha habido nunca ideal de emancipación social total para la humanidad. El antihumanismo capitalista o burgués aliena al hombre, porque lo separa de su propia actividad productiva y vuelve en contra de sí mismo todos los objetos o bienes producidos por él, tal como lo descubrió y lo denunció Marx.
Dice Ludovico Silva que el hombre en la sociedad de transición del capitalismo al socialismo vive bajo el imperio de una ideología que tiende a despersonalizarlo, a volverlo gregario, como si se tratase de una hormiga. Tal vez, Ludovico dijo eso porque veía rostros compungidos y amargos en la experiencia soviética. Quizá ha debido mejor decir, que en esa transición se debaten en duelo a muerte los elementos inhumanos del capitalismo y los humanos del socialismo por imponerse los unos a los otros, y que no resulta extraño que en esa batalla crucial se lleguen a cometer excesos de la parte socialista y que resultan ser antihumanos, por mucho que no se hayan querido ejecutar. Pero eso no es un producto del marxismo, sino más bien de circunstancias concretas que a los marxistas resultan indeseables.
Estamos hablando del humanismo y el antihumanismo de clase, del hombre de clase social, del modo de producción, para no confundirlo con ese humanismo genuino de la cultura literaria que se encuentra en la obra de Homero, en los líricos griegos, en los filósofos presocráticos y otros, que si bien tiene que ver con el mundo y el hombre, no lleva la fuerza de doctrinas que se pugnan por imponer la cultura –como un todo- de su preferencia a la sociedad. Incluso, hubo un tiempo en que los dioses eran apreciados como forma de humanidad superior, concibiéndose la divinidad a imagen del ser humano. Tal vez, por eso Jenófones señalaba que si los leones hubiesen podido concebir dioses, les hubiera dado forma de leones. Protágoras había dicho que “el hombre era la medida de todas las cosas”, al cual, Platón envejecido y ya perdido en sus cavernas imaginarias le buscaría su antítesis o corolario: “la medida de todas las cosas es Dios”.

Sobre el humanismo mucho se ha hablado y se ha escrito. Incluso los filósofos estoicos llegaron a crear la teoría que denominaron “filantropía”, contentiva de un ideal de comprensión del ser humano y de amor hacia él. Es difícil encontrar, en un mundo tan revuelto, contradictorio y violento como la globalización capitalista salvaje, por ejemplo, algún personaje vinculado a la propiedad de los medios de producción, que se le acerque o se guíe por el humanismo defendido por San Jerónimo siglos atrás, llegando a sostener éste que la Biblia no era sólo libro de la salvación (soteriológico), sino igual un instrumento literario capaz de ser asemejada con la literatura de la gentilidad. San Jerónimo, en su traducción de la Biblia (Vulgata) llega a sostener, ante el rechazo de los eclesiásticos conservadores, que el cuarto libro de Moisés contiene “los misterios de toda la aritmética”; el libro de Job “todas las leyes de la dialéctica”; y el Salmista era “nuestro Simónides, nuestro Píndaro, Alceo, Horacio, Catulo”.
Pero como el marxismo no es filantropía, ni utopismo, ni paternalismo como tampoco una Biblia que propaga el método de la fe en los poderes divinos y sobrenaturales del Ser Supremo, Marx nos aporta la definición más científica y revolucionaria del humanismo comunista como una contraposición a todos los humanismos anteriores y al antihumanismo, fundamentalmente, capitalista.
Marx considera que el humanismo que acabará con la alineación del ser humano contiene tres aspectos o fases: humanismo teórico, humanismo práctico y humanismo positivo. El primero versa en la superación de la fase teológica de la humanidad, pasando a ser la naturaleza humana el epicentro de la concepción del mundo del hombre. Marx valora mucho el aporte de Feuerbach en sus aforismos sobre la filosofía del porvenir. Sin embargo, Marx no se detiene allí y continúa haciendo camino al andar, llegando al segundo (práctico), que tiene que ver con la creación de condiciones materiales para que el hombre alcance cultura elevada sin diferencias clasistas. Es crear un hombre nuevo, ese que el Che lo preveía como “el hombre del siglo XXI”. Y el positivo estaría garantizado a partir del socialismo plenamente desarrollado sin alienaciones para entrar definitivamente a esa fase donde cada uno trabaja según su capacidad y obtiene según su necesidad; cuando la producción sea para el hombre –hablando en general como sociedad- y no el hombre para el mercado; cuando el hombre satisfaga todas sus necesidades y no las del mercado; cuando la mujer esté completamente liberada y dignificada, cuando nadie viva para el dinero, ni el Estado, ni las clases, ni el Derecho ni nada que los aliene a supersticiones ideológicas ni a fetiches materiales. Ese es el humanismo socialista.

miércoles, 9 de julio de 2008

¡SIN JUSTICIA SOCIAL LA PAZ SERA SIEMPRE UNA UTOPIA!



¿Qué es –en verdad- el socialismo?

Luego de que el Presidente Chávez anunciara su socialismo del siglo XXI, no ha habido clase social, partido político, gremio sindical, institución religiosa, raza o sexo, en que no se haya discutido o interrogado sobre el tema planteado. Las masas –eso que llamamos pueblo y especialmente proletariado-, por múltiples factores hasta ahora, no se ilustran en teoría ni en la ciencia de la noche a la mañana. No tiene poder económico para crear su cultura y su arte propios, por eso cuando llega al poder tiene que asimilar lo mejor del legado de conocimientos del capitalismo para iniciar la carrera de la universalización de la cultura y el arte. Sin embargo, en especiales y críticos momentos de la historia de la lucha de clases, asimila como nadie lo mejor del legado ideológico que le sirve para la conquista de sus grandes propósitos revolucionarios y, de otra parte, somete a crítica demoledora y rechaza todo ideal que se le presenta disfrazado de revolucionario pero que lleva en el alma y el corazón las tendencias que benefician exclusivamente a los postulados del capitalismo.
En la actualidad son millones y millones de personas interesadas en saber qué es realmente el socialismo. Los acérrimos enemigos de este régimen económico-social dan su eterna versión falsa y maligna: un sistema que niega los derechos humanos, las libertades públicas y privadas; que se rige por el autoritarismo y permite que los comunistas se alimenten comiéndose a los niños en vivo o en trozos de churrasco vuelta y vuelta; que clausura las iglesias, asesina a los curas y persigue con saña a los creyentes en Dios para esclavizarlos hasta el instante en que se convenzan que odiar el reino del cielo es la única visa segura de su libertad; que la propiedad social significa la ruina, hambre y dolor mientras que la propiedad privada es la única generadora de la felicidad del ser humano; que le quita la mujer al prójimo y la prostituye para que produzca impuesto al valor agregado comerciando su sexo; que todo impedido físico es llevado vivo a la autopsia para sacarle los órganos que sirvan para ser traficados en el negocio de la medicina ilegal; que los festejos se hacen en forma de orgía para que los dirigentes se harten de placer sexual entre los aplausos y vítores de los cornudos voluntarios y conscientes. En fin, un régimen sólo de atrocidades de una minoría contra la mayoría de la humanidad. Miden el socialismo por una realidad cruda y perversa que es propia del capitalismo salvaje.
De otra parte, también marxistas, marxista-leninistas, leninistas, trotskistas-leninistas, trotskistas, estalinistas-leninistas, estalinistas, maosetunistas, guevaristas, fidelistas, bolivarianistas, zamoristas, grancistas, anarquistas, reformistas, revisionistas, oportunistas, y todo cuanto termine en istas, se han incorporado a la búsqueda de la definición correcta de socialismo para entender el significado del socialismo del siglo XXI propuesto por el Presidente Chávez. Esto es ya en sí mismo un paso importante en procura de armarse de teoría revolucionaria.
Sencillamente permítaseme decir esta cosita: hace ya casi 159 años que fue publicado el Manifiesto Comunista, donde Marx y Engels nos ilustran de muchas definiciones de socialismo pero, al mismo tiempo, el por qué no lo denominaron “Manifiesto Socialista” y, además, señalan la misión sagrada de los comunistas, de los proletarios –pudiéramos decir de los pueblos que ansían su emancipación social- contra el capitalismo para hacer posible la fase socialista de la sociedad comunista. Socialismo científico y verdaderamente revolucionario es una categoría histórica que tiene el mismo valor para todos los pueblos y todos los territorios del planeta Tierra en todos los tiempos. La gran diferencia estriba en que no se puede construir de la misma manera en unas partes que en otras, por lo cual no sólo hace falta la revolución socialista internacional, sino también la aplicación de la ley del desarrollo combinado superando a la ley del desarrollo desigual.
Socialismo es, de manera sencilla, la socialización de todos los medios de producción, de la organización de la sociedad, del control y la administración, de la distribución, de todos los servicios públicos, de la riqueza producida, de la solidaridad, del amor; en fin, de la cultura y el arte.
Podemos decir con suficiente claridad y sin temor a equivocación alguna que el socialismo posee, por lo menos, unas cinco, seis o siete características que lo hacen idéntico en cualquier parte del mundo donde se produzca. Lo que nunca debemos confundir es la transición del capitalismo al socialismo con el socialismo propiamente dicho, es decir, como la fase inferior de la sociedad comunista.
Socialismo es el triunfo definitivo de la propiedad social de los medios de producción sobre la propiedad privada de los mismos. Eso es lo que constituye el fundamento del régimen de la economía socialista. En otros términos, el socialismo globaliza la gran propiedad sobre los medios de producción que deja de ser privada capitalista y transforma la pequeña propiedad sobre los sostenes socialistas. La propiedad social sobre los medios de producción garantiza a la sociedad los intereses y beneficios económicos esenciales para una digna existencia humana.
El socialismo, con la eliminación de toda propiedad privada sobre los medios de producción, hace desaparecer las clases sociales y, por consiguiente, la explotación y la opresión del hombre por el hombre. El motor de la historia ha sido y será hasta el triunfo definitivo del socialismo la lucha de clases. Al desaparecer éstas ya no existe ninguna necesidad de violencia social, de contradicciones antagónicas entre las personas, de egoísmo y desprecio ni necesidad de explotar a otros desde el punto de vista de clase ni de Estado.
En el socialismo, al no existir propiedad privada ni clases sociales, se extingue el Estado como expresión de aquellas; ya no se requiere como instrumento de poder político ni como de represión para garantizar intereses económicos de clases o particulares. A la segunda fase de la sociedad comunista sólo llegan algunos vestigios del derecho burgués que con el desarrollo de las fuerzas productivas, de las ciencias, de la técnica y de la educación, es decir, con la cultura y el arte armónicamente universales, se extinguen para siempre y el Estado, como total esqueleto, pasará al museo de las antigüedades desde donde nunca más recobrará vida social. Dejará de existir toda expresión de opresión social.
En el socialismo, producto de la economía planificada y de la educación integral de los seres humanos esencialmente, desaparecen las contradicciones irreconciliables entre el campo y la ciudad como entre trabajo manual y trabajo intelectual. Contradicciones que en el capitalismo alcanzan un nivel de antagonismo tal que no hacen más que evidenciar la anarquía y la desigualdad social en perjuicio de la ley del desarrollo combinado. Esta, en el socialismo, supera con creces a la ley del desarrollo desigual.
En el socialismo avanzado y apto para pasar a la segunda fase de la sociedad comunista, producto de los niveles de igualdad y solidaridad que logra y de satisfacción de las necesidades y de la humanización del trabajo, desaparecen el dinero, el egoísmo, el desprecio, la usura, toda expresión de esclavitud material y espiritual. El socialismo prepara las bases para que en la segunda fase –llamada por Marx comunista- reine la libertad sobre la necesidad y cada quien trabaje según su capacidad y tome bienes según sus necesidades.
El socialismo es, como fin en sí mismo, el logro de la administración de la sociedad por todos sus ciudadanos organizados y educados, por lo cual ya no se requieren instrumentos que se tomen la atribución de dirigir haciendo uso de elementos burocráticos. Es, en fin de cuentas, el período histórico en que se abrazan los trabajadores con las ciencias y la técnica y aplastan con su abrazo fuerte todos los obstáculos sociales que se interpongan en el desarrollo de la humanidad.
El socialismo es un régimen de la solidaridad humana sin más interés supremo que el del bien común, el de amar al prójimo como a sí mismo. Se inscribe para siempre la consigna del imperio de la ternura, la alegría, la vida y la solidaridad entre todos y para todos. El mundo se hace humanidad.